Son esos personajes profundamente insatisfechos de Chejov, que creen que podrían haber vivido de otra manera, los que te mantienen en vilo durante todo el metraje de “Vania en la calle 42” (Louis Malle, 1994, que ahora ha acabado de pasar por el canal Ctk). Pero ya desde el principio gusta ver cómo Malle pasa, de forma inapreciable para el espectador, de las conversaciones de los actores que se reencuentran en un viejo y ruinoso teatro para ensayar una obra de teatro a las conversaciones de ellos mismos ya representando sus papeles en “Tío Vania”.
Más adelante, el director, otros actores y una accidental espectadora del ensayo se acercan a la mesa donde sigue otra escena de la obra o, aún más adelante, todos hacen una pausa para tomar un tentempié. Y poco a poco uno va entrando en la lasitud, la desesperanza, la profunda tristeza de esos personajes, mientras se oyen de tanto en tanto, resonando por las bóvedas del viejo teatro, los ruidos del infernal tráfico de ahí fuera, en la 42 St.
Visto el éxito, me he quedado con ganas de revisar otra película “teatral” de Malle, “Mi cena con André”. Será pronto.
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