Hoy he sacrificado a la poesía de Pasolini, y a Enric Casasses, que supongo que haría de rapsoda, para acceder a un tramo de esas maratones de cine que, de forma tan loable, ofrece diariamente el cine Maldà. Inicialmente la apuesta ha salido muy bien, porque, como me había anunciado un amigo de estas páginas y de fuera, “El ejercicio del poder” (Pierre Schöller, 2011) me ha parecido una película notable, y recomendable su recuperación mientras sea aún posible (en el Maldà, enun horario muy raro, hasta el jueves).
La película empieza con lo que no puede ser más que un sueño, pero luego vamos apreciando que la “realidad” que sigue (la actividad diaria de un ministro del gobierno francés) queda quizás aún mucho más inmersa en una neblina propia de los sueños. Diciendo cosas sin utilizar esa lastimosa acusación directa que podría llegar a esperarse, el film contiene, entre otros momentos cumbres –como el de una sonora borrachera que sitúa al personaje- una mínima audición de hermosas canciones sardas, que ayudan a valorar tanto lo revelador del momento como a esta extraña, pero intensa película.
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