Quizás la mayor propuesta cinematográfica que comporta “Cristales rotos” (2012), el último film de Víctor Érice, esté contenida en su subtítulo: “Pruebas para una película en Portugal”. Porque esa película, que nunca se hará, es la que nos podemos imaginar a través de esa especie de falsas pruebas de “casting” que se desarrollan en el comedor de la antigua fábrica de tejidos (la segunda más grande de Europa y ahora cerrada, según explica un letrero del film).
Ante una enorme foto del mismo comedor en sus tiempos de multitudinaria actividad, van desfilando personas de toda edad, recitando los textos que se han aprendido sobre la vida laboral de antiguos trabajadores, de la misma forma que más tarde explican lo que sienten ante esa foto, u otra persona casi declama un texto sobre el trabajo y su devenir. Unos han aprendido muy bien la lección, y hasta parece que cuenten su propia experiencia. Otros gesticulan ostentosamente. Alguno hasta se atrabanca un poco.
Al final, la “Prueba acordeonista”. Éste se pone a tocar mirando la foto una pieza que me ha recordado a una balada irlandesa, y la misma cámara efectúa un emocionante recorrido por los rostros de esa gente, que ahora nos transmiten la sensación de que estamos viéndoles, sintiendo sus preocupaciones, como ninguna película realmente efectuada podría llegar a trasmitir.
He intentado encontrar la fotografía de que hablo o, mejor, alguno de los rostros en los que se detiene la cámara. Como no he encontrado nada parecido, he ido a mirar “Fábrica de Fiaçao e Tecidos do Santo Thyrso” en Google Imágenes, y he visto que en Flickr aparece esta fotografía de M. F. Pacheco, que he bajado.
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