lunes, 15 de diciembre de 2025

Zéro de conduite

1- Acabadas las vacaciones, regreso a la vida del colegio-internado.

Ayer fui a la Filmoteca con la intención inversa a la de otras veces. Ya no era ver una película posterior pensando qué secuencias había efectuado su realizador a partir de “Zéro de conduite” (Jean Vigo, 1933), sino volver a ver la famosa película de Vigo para localizar aquellas de sus secuencias que luego han servido de inspiración a tantos otros.
En este sentido, la película en sí, después de sus títulos de crédito, empieza con un rótulo (“Finies les vacances. La rentrée”) que ya enlaza con el título del magnífico cortometraje de Jacques Rouzier (“Rentrée des classes”, 1956) que completaba la sesión (a él le dedicaré la siguiente entrada), pero es que su primera secuencia tiene lugar en un departamento de tren que lleva de nuevo a un alumno a su escuela (foto 1). Esta imagen me llevó (sobre todo porque Àngel Diez nos lo metió en la cabeza) al viaje del protagonista de “Mes petites amoreuses” (Jean Eustache, 1974) a la ciudad en que le espera su madre.
Más tarde, el divertido paseo por la ciudad del despistado vigilante Huguet (Jean Dasté) con los alumnos (foto 2) y el inesperado divorcio entre ambos, quiso claramente homenajearlo Truffaut en su “Los 400 golpes” (1959), así como la salida atropellada de los niños por la puerta de la escuela me trajo a la memoria la de “L”argent de poche” (1976), por no hablar de tantas películas que han emulado la batalla de almohadones en el dormitorio perdiendo sus plumas (tercera foto) o esa subida final a los tejados de los protagonistas de la rebelión (cuarta foto), como “If…” (Lindsay Anderson, 1968), perdiendo, eso sí, toda la gracia del original.
Pero dejando este entretenimiento, he visto en esta ocasión que la película es también, entre otras cosas, una película de los singulares escenarios (ese dormitorio siniestro, esos urinarios y letrinas del patio del colegio) y de los objetos, objetos de mucho uso (ver foto zapatos del supervisor), tomados de cerca con cariño, como los mismos pupitres (ver otra foto), las cacerolas de la cocina en donde siempre se cuecen alubias u otros.
Y siempre, claro -basta ver el pitorreo inmisericorde de Vigo con el cuadro directivo del colegio o con las fuerzas vivas que acuden a la fiesta oficial anual: última foto- se desprende de forma simpática, desinhibida y arrolladora la postura plenamente antiautoritaria de Jean Vigo, haciendo honor a su condición de hijo de su padre, el anarquista Miguel Almereyda.
Las fotos que cuelgo son capturas de una copia muy buena, subtitulada en español, que he visto hay ahora en YouTube:

2 - El paseo de los alumnos con el nuevo y despistado vigilante por la ciudad.

3 - La batalla campal del dormitorio: la revolución.

4 - Lis rebeldes alcanzan el tejado.



El siniestro dormitorio


El vigilante en su imitación de Charlot en el patio de la escuela.

La mofa absoluta de la ridícula autoridad.
 

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