lunes, 8 de diciembre de 2025

François Truffaut. Correspondance avec des cinéastes. 1954-1984


Anoche cerré definitivamente (bueno:en espera de abrirlo esporádicamente para alguna consulta específica)“François Truffaut. Correspondance avec des cinéastes. 1954-1984” (Gallimard, 2025), que había estado leyendo de forma poco fiel, con pausas.
Lo hice con cierta tristeza asediándome pues, como es natural, las últimas cartas recogidas dan cuenta de su operación, falsa recuperación… y recaída fatal.
Como todo libro recopilación de correspondencia, que no ha hecho ascos del tipo de director con el que ha sido intercambiada, es éste un libro irregular en cuanto a su interés, pues va desde la comunicación telegráfica a efectos de acordar una cita o la escueta y educada nota de felicitación (escrita o recibida) por una nueva obra vista a otras de mayor calado, que dejan entrever bastante bien la personalidad del cineasta y sus principales preocupaciones.
El trabajo llevado a cabo por su editor -Bernard Bastide- se ve enorme. Además de su introducción, en la que configura una especie de biografía de Truffaut que le sirve para orientar por donde se mueven el tipo de cartas que se recopilarán en el volumen, ya sea estando él de emisor o de receptor, Bastide es autor de las pormenorizadas notas a pie de página, que he al mismo tiempo elogiado (como explicativas de quién es todo bicho viviente que aparece mencionado por su nombre y apellidos, solo uno de los dos o incluso únicamente su apodo o nombre en clave en la correspondencia y, sobre todo de su relación -documentada- con Truffaut) y criticado (por lo numerosísimas que son -lo que hace interrumpir cada dos por tres la lectura, siendo tanto para precisiones simplemente documentales como para aclaraciones absolutamente necesarias- y, principalmente, por su microscópico tipo de letra, no apto para ojos ya en etapa de completo retroceso).
¿De qué informan las cartas intercambiadas entre Truffaut y una larga serie de directores recopiladas en el volumen? Para mí lo más destacable reside en:
-Las muy serias cartas que le escriben -sobre todo inicialmente- aquellos directores que recibieron sus dardos como crítico, sobre todo , de “Arts”, reprobándoselo. Al final también hay cartas muy educadas y meditadas que Truffaut escribe a alguno de ellos que siguen denigrándolo en entrevistas o escritos, admitiendo su posible exceso juvenil ante alguna película, pero también documentando que no fue así con todas las suyas.
-Ver el progresivo distanciamiento vital (enemistad en el caso de Godard, con quien acaba intercambiándose unas cartas explosivas) con sus antiguos compañeros de la Nouvelle Vague.
-La cantidad de jóvenes directores que se dirigen a él para ver si apadrina -sobre todo como productor- sus films. Casi siempre reciben respuesta, llena de sinceridad (en ocasiones algo ruda-, consejos… y muchas negativas razonadas.
-Hay dos cartas de dos veinteañeros que se salen de ese último esquema. Son las de Leos Carax (que sólo había realizado hasta entonces un par de cortometrajes) y de Fernando Trueba (a la sazón ya crítico de Él País, pese a sus 22 años). Ambos escriben unas largas cartas, propias de adolescentes, llenas de elogios desmedidos, para hacerle ver que se conocen su filmografía y gustos cinematográficos al dedillo, y buscando a la desesperada que les abra las puertas para conocerse y hacerles una entrevista. Si bien parece que Truffaut quiso facilitar el encuentro que pedían, éste nunca se llevó a término.
-La densa correspondencia intercambiada con su medio hermano Marcel Ophuls, siendo las extensas varias de las últimas cartas de éste intentos de sumar a Truffaut a la firma de alguna protesta o propuesta colectiva, algo que rehuía siempre, molesto por las imprecisiones, Truffaut.
-La adoración mostrada por Truffaut (siempre correspondida) con cineastas mayores (Rossellini, Hitchcock, Renoir) que en buena medida ejercieron con él de padres. En este sentido es enternecedora la correspondencia con un Jean Renoir haciéndose viejo a ojos vista y su mujer, procurando pasarles información de todo lo que les atañía y podría hacerlos felices, facilitando la edición de sus libros de última hora, organizando continuos viajes a Los Ángeles para verlos al finalizar sus rodajes, etc.

 

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