martes, 10 de septiembre de 2019

Nathalie... Nathalie X

¡Pues no se encarnizaron ni nada las críticas con “Nathalie... Nathalie X” (Anne Fontaine, 2003, ahora en TV5Monde) en el momento de su estreno! Y, sin embargo, es una película poseedora de unos entramados que me resultan atractivos y ciertos detalles de realización que también. Ahora llego.
La grabé no muy convencido, porque su realizadora me suele resultar, cómo decirlo, muy convencional, pese a los detalles modernos que intenta introducir. Y lo hice porque estaba protagonizada por Fanny Ardant, Emmanuelle Béart y Gerard Depardieu.

La casi unánime posición crítica opuesta a la película puede resumirse en dos o tres grandes razones: una su previsibilidad, otra cierta artificialidad de su puesta en escena, una tercera su conclusión, digamos, favorable a un cierto orden establecido. Pero es licito preguntarse si ese desenlace no está, sotto voce, ya mostrado de forma evidente por la misma realización de la película. Por otra parte, alguna de esos elementos artificiosos me pregunto si no serán precisamente los que me la acercan a formas de gente como un Michel Deville, dicho eso a favor. Por último, ese final también puede llegar a interpretarse, paradójicamente, como un camino hacia una cierta libertad personal de actuación.
Los títulos de crédito me han hecho prestar más atención a la película que la que tenía prevista: resulta que tiene como coguionista a Jacques Fieschi, que ha ejercido como tal en películas de gente como Olivier Assayas, Benôit Jacquot o Claude Sautet. Es verdad que también de Nicole Garcia. Viendo ahora la película y teniendo reciente alguna de las últimas de Sautet en las que Fieschi ejerció como guionista, atas cabos y confirmas su enorme influencia. No en vano Depardieu dice en una de las primeras escenas sobre un personaje, afeándoselo, que, como el de “Un coeur en hiver”, “tiene miedo a una verdadera relación”.

He pescado también uno de esos raccords muy similar a los que frecuentemente hace Michel Deville, acelerando la transmisión entre causa y efecto, si bien es verdad que la relación con Deville -y aquí sin Jacques Fieschi por el medio- la encuentro mucho más evidente con la trama argumental de un “Le mouton enragé”, por ejemplo.

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