jueves, 26 de septiembre de 2019

Krzysztof Kieslowski: l’m so so


Vas aplazando las cosas y al final casi te coge el toro. Este domingo acaba “Krzysztof Kieslowski: Emprentes de la memoria” en la sala de exposiciones de la Filmoteca y casi me la pierdo. Me habían hablado muy bien de sus fotografías de su época de Lodz (ya llegará) y del documental que sobre él pasaban en una salida anexa a la de exposiciones.
Como el documental (“Krzysztof Kieslowski: l’m so so”, de Krzysztof Wierzbicki, 1995 -con lo difícil que se hace eso de escribir Krzysztof, hay que ver la manía que tienen esos polacos como Kieslowski y otros de sus colaboradores de llamarse así-) dura casi una hora, a aguantar en una muy estoica banqueta sin respaldo, conviene ir preparado, pero yo diría que resulta imprescindible para quienes hayan gustado en algún momento del realizador.
Anoté en un momento de su metraje algo que luego vi que daba pie al enigmático título. Wierzbicki le pregunta por cómo se siente por el extranjero y él deja claro que como un extraño, tranquilizándose cuando vuelve (volvía...) a Polonia. Cuando habla de su relación con los norteamericanos, les afea sus exageraciones:
- Hablo con mi agente en Estados Unidos y la conversación se inicia así: ¿Cómo estás? -le pregunto.
- Extremely well
- No le basta con decirme “well”, no. Me tiene que decir que “extremely well”. En cambio yo ni siquiera estoy bien. Me siento lo que ellos definen como “so so”.

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