viernes, 10 de noviembre de 2017

El secreto de la cámara oscura

El modelo -en este caso la hija- debe ser inmovilizada por completo para que la foto no salga movida.

Pues sí. En Filmin estrenan “El secreto de la cámara oscura” (Daguerrotipo, 2016), rodada por el director japonés de atmósferas misteriosas Kiyoshi Kurosawa, pero en Francia.
No es –vaya por delante- en absoluto una película redonda. Pero sí guarda en su seno escenas, ambientes, muy atractivos.

Un Oliver Gourmet, el actor de los Dardenne, en un papel de extraño demiurgo, fotógrafo que inmovilizando a sus modelos durante un largo lapso de tiempo ofrece una sorprendente vida al daguerrotipo resultante. Una Constance Rousseau en el papel de su hija que, en su desamparo, me ha recordado por momentos a la Edith Scob de “Les yeux sans visage”. Un caserón destartalado que atenaza su vida y del que la quiere liberar el protagonista, Tahar Rahim, con el que juega Kurosawwa a identificarte.
El caserón destartalado donde tiene lugar buena parte de la acción.

No son éstas las únicas bazas con las que juega la película, que saca misterio de todos sus escenarios: Unos grandes pilares de hormigón junto a un fangoso río, el Jardin des Plantes o hasta una típica marquesina de café parisino. En ésta última, de repente, la cámara salta al exterior, viéndose entonces a la pareja hablando en su interior. Como espectador, piensas en un observador adicional, que no aparece por la pantalla.

Más típico, en la semioscuridad del caserón, plano de la espalda de Oliver Gourmet, sentado frente a su escritorio. Una fantasmal presencia se nos hace evidente. La banda sonora y el siguiente plano lo confirma.

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