martes, 12 de septiembre de 2017

La historia de amor



El árbol del amor

Radu Mihaileanu quiso, en su presentación, hacer mención del reciente atentado de Barcelona, y nos dijo que contra la barbarie sólo se puede luchar con amor y humor. Y esto es, sobre todo, lo que más aporta "La historia de amor" (2016), que ayer se presentó en la Filmoteca y que parece que tendrá próximamente estreno por salas.
Octavi Martí presentó previamente a Mihaileanu (un realizador francés de origen rumano, asistente de dirección de gente tan diversa como Schlondorf, Marco Ferreri o Fernando Trueba) como creador de películas que han sabido siempre combinar una exigencia de escritura con un gran éxito. Y ciertamente la sala grande de la Filmoteca estaba muy llena en esa su inauguración de un pequeño ciclo sobre su obra (hoy presenta otro largo largometraje) y del Festival de cine Judío.
En el coloquio posterior O. Martí se sorprendió de haber visto la historia de uno que lo pierde todo, pero pese a ello sigue con su capacidad de creación, de invención. R. Mihaileanu le ha corregido un poco: “Que lo pierde todo, salvo el amor, la esperanza, el humor y la humanidad”.
AñadirRadu Mihaileanu en el coloquio posterior de la sesión, explicándose. A s lado, Octavi Martí.leyenda
La película empieza con una voz en off contando el principio de una historia, de un cuento, más tarde sabremos que un libro, que es capital y conduce todo el argumento del film (“Éste es el cuento de un chico que ya no existe, que vivía en una casa que ya no existe, de un pueblo que ya no existe...”) mientras que la cámara vuela por encima de las ruinas de un pueblo centroeuropeo hasta un árbol, donde se inicia el relato de la historia de amor, que inicialmente es la de tres jóvenes, luego sólo de uno de ellos, Leo, con una chica, Alma.
Los tres amigos enamorados de Alma.

Del árbol pasamos al Nueva York de nuestros días, donde nos encontramos con una pareja de auténticos monstruos –Derek Jacobi (que incluso aparece haciendo de modelo pictórico vestido de romano en un homenaje confirmado luego en el coloquio por Mihaileanu) y Elliot Gould- en un papel ambos de viejos y divertidos judíos, y con una pareja de chicas amigas que a lo que más nos recuerdan sus también divertidas conversaciones son a las de las películas de Woody Allen.
Los dos monstruos actores reunidos en el film, Elliot Gould y Derek Jacobi.
Otra pareja, en NY.

Estos pases sucesivos entre diferentes escenarios (la Centroeuropa de la desgracia judía, el Chile y Nueva York del exilio), épocas y diferentes personajes cuyas historias debemos ir uniendo poco a poco, marcan definitivamente la historia global, una historia acentuada en varios momentos a golpe de potente música acentuadora y vivificadora. Fue divertido ver que el realizador, en el coloquio, tuvo interés en explicar diferentes puntos del argumento de la película que temía pudieran haber pasado desapercibidos para uno u otro espectador, con tanto salto.

No sé si podré ver la película de Radu Mihaileanu que pasan hoy, porque dura casi tres horas y tengo demasiada cosa que hacer, lo que me duele, pero está claro que me apunto su nombre para intentar ver sus films anteriores, porque ver ésta me ha resultado una experiencia vivificante: Existe aún, pues, un cine comercial, de lenguaje clásico, que no avergüenza en absoluto. Al revés: Se muestra de lo más emotivo e interesante.

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