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Una auténtica tragedia se cierne sobre la isla: ¡No hay ni una botella de whisky! Consecuencias de la guerra contra Alemania. |
Tiene “Whisky a go-go” (“Whisky Galore”, Alexander MacKendrick, 1949), la comedia de la Ealing que pasaron ayer por la Filmoteca, una divertida alabanza del espíritu colectivo por encima de quien sea, un magnífico preámbulo pseudo-documental:
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El puesto de correos y teléfono. Padre y sus dos atractivas hijas.
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El narrador nos introduce en la vida de una isla de las Hébridas, en el noroeste escocés, mientras vemos a sus habitantes trabajando laboriosamente en la pesca, con una rueca, etc. Mostrando la cámara un humilde cottage de la playa, la voz en off resume: “Gente feliz con sencillos placeres”. De la puerta del cottage sale entonces corriendo un niño, que se dirige hacia el mar. Al rato le sigue una niña, hasta ir apareciendo de forma escalonada seis o siete críos. Queda claro que se trata de una isla con escasas posibilidades de actividades placenteras, por lo que se recurre al máximo a las disponibles.
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Utilización de un precioso fotograma de la película (únicamente como referencia de la misma...)
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"¡Johannes!" (Autocita casi incomprensible)
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Un barco con 5000 cajas de whisky a punto de hundirse en el mar. Pero es domingo, y la isla, como toda Escocia, está sometida a las reglas de la iglesia.
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Georges y su autoritaria madre.
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El ridículo capitán honorífico al cargo de la defensa de la isla y la prisionera mujer de sus estupideces.
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Los cuidados paliativos del doctor. |
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