Fernando Vicente, la moderadora del acto, Teresa Carbonell (Fundación Andreu Nin), Jacques Tosquelles y Mercè Ibarz |
Pongamos que uno no sepa prácticamente nada de Francesc Tosquelles, salvo haber leído su nombre asociado al origen del legendario POUM. Pongamos que este uno tiene la manía de ir con una libretita donde apuntar las cosas que va viendo y le suponen una pequeña revelación, y que al acudir hoy a la sesión de la Filmoteca a ver "François Tosquelles: une politique de la folie" (D. Sivadon, J.C. Polak, F. Pain, 1989) deja garabateadas varias páginas de la pequeña libreta de notas. Estas cosas pasan...
Y pasan porque lo que se entiende sobre Tosquelles en la película abarca cosas de interés que van desde detalles nunca conocidos de la guerra civil hasta las experiencias precursoras de la nueva psiquiatría que al de la libretita le obsesionaban durante los años 70, pasando por unas pinceladas que retratan a la perfección a un poeta como Paul Éluard. Vayamos por partes:
Tosquelles, catalán de esa raza tan especial que es la de los nacidos en Reus, entra a trabajar en el Pere Mata con el Dr. Mira y éste le encarga en tiempo de guerra organizar el cuidado de las crisis psicóticas entre los soldados de Andalucía. Se pone a contratar a abogados, curas y prostitutas como enfermeros, convencido de que sabrán tratar mucho mejor a sus enfermos que los del oficio. Huye finalmente de Andalucía a Francia, donde es internado en un campo de concentración. Escapando de ahí va a parar a Saint-Alban, donde es contratado como enfermero auxiliar (él, que ha sido médico jefe de psiquiatría). Allí revolucionará la actividad de estos centros, creando la psicoterapia institucional.
Ya al principio del film aparece Tosquelles explicando con una ironía enorme aspectos de su vida en un francés infernal pero práctico, con un acento catalán fenomenal. Explica el caso de un médico que, después de haber estado quince días en Cataluña decía entender ya la mitad del idioma catalán: El catalán típico, aclaraba, suelta un taco cada dos palabras. Con sólo saber esos dos tacos – “Em cago en Deu!” y “Merda!”- ya entiendo la mitad del catalán. Esto, que parece una tontería, trasmite una de sus principales ideas. Lo importante es la música con que se expresan esos dos tacos, lo que hay entre ellos es secundario.
St-Alban se llegó a convertir en un centro por donde pasan todo de celebridades, refugiadas de la guerra, como el poeta Paul Éluard, de quien Tosquelles, un enamorado de la poesía, dice que hace ganchillo con las palabras. Las teorías de St-Alban, con sus propios internos desmontando parte de su asilo, organizándolo autogestionariamente, tiene su continuación en otros centros como La Borde, donde gente como Félix Guattari siguen sus ideas.
Ha sido emocionante, en la sesión, conocer a tres de los hijos de Tosquelles, que han explicado anécdotas sobre su padre, y oír frases como la que ha dejado oír el Dr. Fernando Vicente, que conoció a nuestro hombre en 1970 y lo vio continuamente hasta su muerte, en 1994:
“Los inteligentes –como Tosquelles- dejan caer cosas, por si alguien las puede aprovechar. Los ignorantes se guardan lo que saben por si lo pueden llegar a necesitar.”
Una gran sesión, la de hoy.
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