Ya que he repetido que no quiero dedicarme a escribir sobre películas que me han desesperado, hablaré sólo de una escena de “The imitiation game” (Morten Tyldum, 2014), a la que me han arrastrado esta tarde y que he comprobado que ha resucitado en el Verdi el fenómeno de las colas y de la sala grande llena:
En ella, el protagonista, sabio incomprendido y aislado frente a su apuesta / deber, sale a correr por el campo, supongo que rememorando los paseos de concienciación del Tom Courtenay de “La soledad del corredor de fondo (Tony Richardson, 1962). No hay que asustarse. La impresión dura poco. En seguida no sé si el realizador o alguien de la producción tiene la brillante idea de rematar la jugada, y dirige la cámara hacia unas nubes que aún se distinguen gracias a la lejana puesta del sol, dejando una imagen muy bonita, como para hacerse algo en los pantalones.
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