“Sette Opere di Misericordia” (Gianluca y Massimiliano De Serio, 2011) ayer abrió el “Cinema Italiano ed Immigrazione” dentro de la tercera “Mostra di Cinema Italiano di Barcellona”. En el Verdi, a sala llena y gente que se quedó fuera, sin entrada. Es verdad que una razón puede verse en que era gratuito, pero, salvo cuatro o cinco contadas deserciones (la película no es amable), todo el mundo se quedó hasta el final, la vista pegada a la pantalla. Sorprendentemente, muy poca gente se quedó al coloquio con uno de los hermanos realizadores, Gianluca, venido ex profeso para la ocasión. Y digo sorprendentemente porque sigo considerándola una película más que apropiada para pasarla por cine-clubs de todas partes y –esta vez sí, con el correspondiente coloquio. Por eso me reafirmo en que se trata de un premio Don Quijote (el que otorga la Federación Internacional de Cine-clubs; en este caso en el Festival de Locarno) muy adecuadamente otorgado…
Gianluca De Serio (quien, por cierto, da muestras muy frecuentes de querer huir de su apellido) desveló en ese coloquio cosas muy interesantes: La fuente de inspiración que supuso la contemplación del cuadro de Caravaggio, que se conserva y exhibe teatralmente en el Monte Pio de Nápoles, y sobre todo su tratamiento de la luz, auténtica protagonista, de principio a fin, de la función; su consideración de que no se trata de un film religioso (se definió como no bautizado, ni creyente), pero que desde luego no rehúye, sino que busca, hablar de una cierta espiritualidad; su explicación de que muchos de los ambientes de la película (bidonvilles y huertos de los alrededores de Turín) los veían cada día yendo a trabajar; cierto tratamiento del sonido para apoyar el efecto de la luz; la poca evidencia del mundo exterior;…
Yo volví a ver que, al margen de ser una película muy bien escrita, planificada previamente, en cuanto a su estructura (que sigue esas siete obras de misericordia que todo buen cristiano ha de hacer a lo largo de su vida, si quiere gozar de los placeres del cielo, pero siempre ejecutadas de forma sorprendente) y leitmotiv (la luz), se trata también de un meticuloso trabajo de puesta en cuadro, que vigila siempre muy bien qué aparece en él, cómo están dispuestos en él sus personajes (entre sí y en relación con los elementos que les rodean) y qué queda fuera.
El Grupo “Projecte Pasolini Barcelona” ha propuesto a la Filmoteca esta película para un ciclo de “Diàlegs cinematogràfics amb Pasolini”, planificado para noviembre 2015. Esperemos, pues, que por esas fechas podamos volver a ella con más profundidad.
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