martes, 5 de marzo de 2013

De donde no se vuelve


“Me río yo de las penas: Las narcoticé todas”. Eso dice Alberto García-Alix en “De donde no se vuelve” (2008), que ha presentado hoy en la Filmoteca, pero no es verdad… El que haya hecho ese peliculón lo desmiente.

Una estancia en China le facilita recuperar los retratos de sus antiguos amigos “congelados al otro lado de la vida, de donde no se vuelve”. Los va presentando ahí al tiempo que muestra los enormes y anodinos nuevos edificios del país, llenos de “cajas de zapatos / cerillas”, como si fuera un desfile de tumbas.
Ya en el coloquio posterior, García-Alix ha definido un retrato como “un enfrentamiento a una mirada que pide un acto de comprensión”. Y su papel como el de un auténtico depredador, que ve muerto lo que está vivo, asumiendo la tarea de un forense.

Ha confesado que él lo que siempre quiso hacer fue cine. Que perdió la oportunidad porque presentó los papeles de su solicitud de ingreso en la Escuela de Cine con un día de retraso. “De donde no se vuelve”, en la que el pausado recitado con su ronca voz de un texto poético largamente elaborado va dando el pie a sus fotografías y a algún pequeño trozo de vídeo, yo diría que ya convierte a Alberto García-Alix, además del autor de esos terriblemente certeros retratos de una generación destrozada mirando intensamente a la cámara (“Nuestra mística estaba asociada a una épica destructiva”) por los que es conocido, en lo que siempre quiso ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario