Si no supiera ya la suerte que representa tener una Filmoteca con programación continua, el ciclo de Bellocchio haría evidente la cosa, y eso aunque su película de hoy ("Il sogno dellla farfalla", 1994) sea algo aparte en su filmografía, y haya desconcertado a la mayoría del auditorio, entre el que me contaba.
Es, para empezar, su película más calmada, con fotografía y encuadres mejor planificados. Sus títulos de crédito decían que su guión se había editado junto a textos de psiquiatría
y psicología. El argumento es, cuando menos, curioso: El hermano pequeño de una familia de poetas y estudiosos, que vive en un caserón con un enorme jardín junto al mar, dejó de hablar a los 14 años. Pero habla con los textos que representa, haciendo de actor...
La palabra que más se oye durante su metraje es "bello", y en él se equipara el silencio a la belleza. Él ha dejado de hablar... para no añadir más suciedad al mundo.
Podríamos decir que algo debe haber de ese "calladito estás más mono" que se suelta en conversaciones algo tensas, pero también supongo que puede leerse en clave de lectura de la obra de Bellocchio, un realizador que ha hablado, y hasta ha gritado mucho, en sus películas, y que aquí parece hacer un acto de contrición, refugiándose hacia dentro, calmando su cámara y su discurso.
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