En un ayuno en la 'yeshivá'. |
Anoche en la Filmoteca se pasaba el último film previsto en la programación de la semana del cineclubismo. Se hacía con “Tikkun” (Avishai Sivan, 2015, que se volverá a pasar el Miércoles 11), un film ganador en el Festival de Locarno de 2016 del Premio Quijote que otorga un jurado de la Federación Internacional de Cine-clubs, hasta el momento no estrenado entre nosotros.
Sus padres |
Parece que en la ortodoxia judía se habla de dos etapas en la existencia humana. Cuando la inicial ‘Tohu’ presenta un colapso, le sucede el ‘Tikkun’, la rectificación. En el film, Haim-Aaron, un joven ortodoxo judío, hijo de un matarife kosher, tiene un accidente doméstico que casi acaba con su vida, pero del que se recupera. Hasta el momento sus días habían consintido en jornadas completas de estudio y rezo en la ‘yeshivá’, con rigurosos ayunos de 24h incluidos, apenas perturbadas por el cruce en el callejón con la atractiva vecina. Tras ese “colapso”, realmente Haim-Aaron, para desesperación de su padre (quien pasa a tener unas terribles pesadillas), emprende un camino de rectificación y empieza a sentir curiosidad por todo lo humano.
Felicitando al resucitado |
Sivan se vale para contar la historia de una pantalla panorámica, deslumbrante fotografía en blanco y negro, planos generalmente fijos entrelazados por corte, pocas palabras, atención extrema a los sonidos y a primerísimos planos, ya sean de insectos o alguno que otro descarnado (aunque sea, precisamente, de carne), poco relacionado con la idea que tenemos de las costumbres de la ortodoxia judía.
Las extrañas salidas nocturnas. |
Tras ese accidente casero, Haim-Aaron no hace más que abrir continuamente ventanas para observar el exterior, y tener unas expediciones nocturnas que su soledad convierten en exploraciones casi fantasmagóricas. En el corrillo formado espontáneamente tras la proyeción pergeñé una frase vistosa que, para mí, podría resumir lo que pasa: Haim-Aaron se abre al exterior, pero tiene la desgracia de hacerlo siempre en medio de la oscuridad, la oscuridad de una noche a veces con niebla espesa, pero también la de ese mundo ortodoxo en el que ha estado inmerso.
El fantasmagórico mundo con el que se encuentra en sus salidas nocturnas. |
En mi opinión “Tikkun” ya está tardando en estrenarse, lo que posibilitaría una fértil discusión a la que sus precisas, insólitas imágenes arrastran.
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