sábado, 25 de julio de 2015

Blind


Quizás debiera colgar sonidos u olores, en vez de una imagen como la que he puesto, porque es de sensaciones no visuales de lo que va "Blind" (Eskil Vogt, 2014). Tiene un arranque que, si atrapa -como a mí me ha pasado hoy en el Melies-, lo hace para todo el film: Ingrid, la protagonista, voz en off, nos visualiza un hermoso árbol, corteza llena de musgo, hojas al viento. A continuación intenta lo mismo infructuosamente con un edificio, mientras nos explica el problema de ceguera progresiva que le ha sobrevenido.
"He vuelto a ver la televisión. Las imágenes me son innecesarias", nos dice mucho más adelante Ingrid. Y así es. Toda la película, en absoluto claustrofóbica, tiene lugar principalmente en la cabeza de ella, de la que surgen sus historias mientras permanece en el luminoso apartamento desde el que aplaza la decisión de salir a la calle, afrontando su ceguera.
Las primeras historias que nos hace seguir son de gentes solitarias, con las que estaremos durante casi todo el metraje. Hay también unas escenas del film -cuando se imagina las andanzas de su marido- dignas de "Las mujeres que no conocemos" de José Luis Guerin. Ella, junto a la ventana de su apartamento, del que los sonidos son los que le van visualizando los volúmenes, hace extensivos sus sentimientos y miedos a todo el mundo.
Es una película noruega, rodada en Oslo, y una suerte que nos llegue, compensando tanta insulsa, infantiloide, repetida hasta la saciedad película. Es obra de un magnífico guionista... que ha sabido trasladar su guión a la pantalla, permitiendo al espectador atento ir captando, sensorialmente, siguiendo sus gestos cada vez más consolidados, los sentimientos que asaltan, pese a su apariencia serena, a Ingrid. Un ejemplo: qué claramente nos llega la decepción de ella cuando, entrando en la cama, esperando otra cosa, oye cómo él empieza a teclear su ordenador. Otra ocasión en la que un sonido trasmite un mundo.

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