Pues a mí también me ha sorprendido, para bien, “Kimi” (2022; en HBOMax), una película de ese prolífico, irregular y bastante inclasificable director que hace ya bastantes años, cuando estaba en la cima de su popularidad, había llegado a decir que lo dejaba, Steven Soderbergh.
El confinamiento está presente desde su principio. Ángela, que pronto sabremos sufrió una violación, padece desde entonces de agorafobia. Deducimos que una cierta mejora de sus síntomas sufrió un parón y hasta retroceso grande con la pandemia y el consecuente confinamiento en casa.
Toda su vida está organizada en su extenso loft, posiblemente una antigua fábrica reconvertida en vivienda. Por las preciosas y amplias ventanas listadas del loft ve y reconoce (falta de otra ocupación durante el confinamiento) a dos o tres vecinos, que a su vez la contemplan y contemplan a otros vecinos por las suyas.
La primera sesión del nuevo ciclo de Ombres Mestres que iniciaremos en un par de semanas la dedicaremos, precisamente, a “confinamientos”. De esta película habríamos podido sacar escenas de lo más apropiado.
Ángela tiene un trabajo relacionado con las nuevas tecnologías. Revisa en su ordenador grabaciones de Kimi -personalización, como el Siri de Apple, del asistente de voz de una compañía- para ir corrigiendo errores y mejorando su software. En una de éstas, descubre, en un proceso muy similar al del fotógrafo de “Blow up” o al técnico de sonido de “Blow out”, un asesinato. Podríamos haber recogido la escena, añadiéndola a las anteriores, en la segunda sesión del nuevo Ombres Mestres, dedicado a “Homenajes, inspiraciones y/o copias”.
Vamos, que para la única sesión de este Ombres Mestres que no he encontrado escenas en “Kimi” es para la tercera, que dedicaremos a Claude Chabrol.
El film también tiene su gracia en cosas como, por ejemplo, cómo muestra el calvario que representa el que todo se vaya canalizando por aplicaciones, sin apenas intervención humana. Y también recuerda en ciertos momentos a películas que se hicieron tan populares como “Sola en la oscuridad” (Terence Young, 1967), pero la reacción de Ángela es, comparada con la de la Susy que interpretaba Andreu Hepburn en aquella película, superlativa. Es natural: venía de una agresión previa.
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