Con grandes agujeros de desconocimiento sobre lo que hizo al principio, antes de Rivette, La Vallée y La Salamandra y en teatro durante los últimos años, este librito me ha gustado especialmente por situarme sus inicios rompedores en los años 60, con un grupo dirigido por Marc’O en el que había gente como Pierre Clementi, o donde salen amigos frecuentados muchas noches, como Jane Eustache.
El “He olvidado” del título lo repite continuamente cuando inicia un tema, quizás intentando una musicalidad del conjunto como la que lograba con sus cosas Marguerite Duras, al parecer gran amiga suya (como parece que también fue Bernardette Lafont)…hasta que un día dejó de hablarle.
Volviendo hace poco de París, habiendo visto los edificios de Truffaut y Rohmer en la rue Pierre Ier de Serbie, me alegro de completar un poco más esa geografía parisina colocando ahí también la vivienda y no sólo la oficina de Barbet Schroeder y Bulle Ogier. Y hasta, durante una buena época, más vecinos, como Jean-Luc Godard y Anne-Marie Mieville.
Espectacular el relato del ligue con Barbet Schroeder y la propuesta de éste que la llevó, apenas conociéndolo, a Borneo. Y su constante frecuentación de M. Duras o Madeleine Renaud. También bien marcada la relación con su madre, que quiere ver muy parecida a la de ella con su hija Pascal, cuya sombra va apareciendo de tanto en tanto por todo el libro, hasta que finalmente le dedica un buen espacio mientras señala que sólo dedicándose a fondo como actriz ha podido vivir las consecuencias de su prematura muerte.
Libro aparentemente despreocupado, a la vez que semiolvidadizo y sorprendido de recuerdos que surgen, de no ser por esas pinceladas dedicadas a Pascale que en seguida nos resitúan y porque, como quien no quiere la cosa, nos relata cómo fue violada en un par de ocasiones, sin que lo hubiera explicado a nadie antes.
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