jueves, 18 de septiembre de 2025

Spectateurs!

De la maño de su abuela por primera vez al cine.

Regresando de un pequeño viaje, he podido ver por fin en Filmin “Spectateurs!” (que no “Cinéfilos”; Arnaud Desplechin, 2024), a la que le tenia unas ganas enormes, y no me ha defraudado, sino todo lo contrario.
Pocos cineastas podrían hoy en día haber abordado una película como ésta, y desde luego Desplechin era uno de ellos. Mientras otros habrían aportado alguna cita de la historia del cine que me habría conducido directamente a la vergüenza ajena y a reducir enormemente el interés global de la visión, él no hace sino poner secuencias excelentemente escogidas de obras maestras que no pueden sino emocionarme, e incluso cuando escoge algún trozo de películas menores, sabe hacerlo con eficacia y entiendes sus razones.
Los sketchs autobiográficos, en los que Paul Dedalus, el alter ego de Desplechin, va mostrando la evolución de su interés por el cine desde que era bien pequeño, van intercalándose con disquisiciones sobre la misma historia del cine y su lenguaje, que dejan bien asentadas una serie de acercamientos nada ligeros, a retener, sobre el tema.
No veo nada despreciable el detalle de haber escogido a la actriz Françoise Lebrun como la atenta abuela iniciadora de Paul en la afición por el cine, como también veo muy acertado que sea el mismo Arnaud Desplechin el que aparezca conversando y glorificando ese monumento que es el “Shoah” de Claude Lanzmann.
Me sorprendo viendo que la película no recibe en las bases de datos de cine altas puntuaciones, lo que me hace pensar, extrañado, que quizás lo que veo como ejercicio certero emotivo que debe entusiasmar a todo amante del cine, no sea entendido igual por otros espectadores. En cuanto a mí, qué voy a decir: veo al niño Paul Dedalus yendo -según comenta en off el narrador, supuestamente él mismo en la actualidad- en tranvía hasta Nantes para ir a ver en un cine por vez primera en solitario una película (nada menos que “Gritos y susurros”) y transfiguro ese tranvía en el de “Amanecer”, sintiendo una doble emoción, por el mismo relato de la fuerte experiencia y por la similitud encontrada. E igual me pasa al ver, en esos tramos autobiográficos, cómo el adolescente Dedalus adopta en el cine la misma postura (el mismo gesto apoyados sus codos en la butaca delantera que lo muestra expectante y concentrado) que ya veíamos adoptar por el niño Dedalus.
Pero es que los encuentros y hallazgos enormemente líricos se dan por toda la película.Ahí está la reproducción de la clase de la facultad universitaria en la que Pascal Kané esbozó una apasionante diferencia entre el teatro y el cine a partir de lo que representa la mirada del espectador en cada uno de ellos, llegando luego hasta la televisión (una televisión que no será tan mala, cuando se recuerda haber visto en ella los tesoros que se citan) y el vídeo.
Y ya fuera de lo autobiográfico, ¡qué decir de ese rendido homenaje final a Truffaut en la película, que acaba haciendo desfilar sus títulos de crédito con una canción de Tom Waits!

Concentración ante la pantalla.

En el tranvía hacia Nantes, decidido.

Una entrada para “Gritos y susurros”.

Hablando de la cima: “Shoah”.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario