martes, 17 de junio de 2014

Jaime de Armñán y Julieta Serrano en la Filmoteca


Riendo, como si se tratase de una broma, o como si no fuera consciente de que una buena proporción del auditorio, a partir de ese momento, ha arrugado el entrecejo y no le ha querido oír más, Jaime de Armiñán ha empezado su intervención hoy en la mesa redonda de la Filmoteca protestando por los parlamentos anteriores, que, ha comentado, podrían haber sido en una lengua que todos entendemos, como el castellano.
A parte de afear un poco esa falta de educación para con el homenajeado del día (junto a Julieta Serrano), como quien no quiere la cosa Armiñán ha dejado claro el bajo nivel de quien ha hecho su presentación, Isona Passola, actual directora de la Academia de Cine catalana: "No quiero que me pongan plumas que no tengo. Estupenda profesión, que sí tuvo mi padre, pero yo no era periodista como has dicho. Sí en cambio que he hecho centenares de guiones para televisión, y he amado el teatro, cosa que no has mencionado. Si me hubieras preguntado, te lo hubiera explicado". La excusa de la Passola ha dejado a la academia catalana -"eso es lo que me han escrito en este papel"- a la altura del betún. Porque, de hecho, a parte de decir lo contenta que estaba de presentar a Jaime de Armiñán, y de poner a "Mi querida señorita" como una película muy combativa contra el franquismo, sólo ha leído los nombres de sus películas...
Pero también palo para Judith Collell, a la sazón en el papel de vicepresidenta de la Academia Española, quién presentando a Julieta Serrano sólo ha sabido decir una y otra vez que estaba muy contenta, porque la había conocido en los años 80 y desde entonces habían coincidido en varias películas y eran muy amigas y era tan guay. Todo, como se ve, de gran interés para el auditorio. La Serrano es más discreta que Armiñán y, al margen de demostrar que realmente sí son amigas, no le ha afeado que no haya dicho ni por asomo que, al margen de al cine, se ha dedicado en cuerpo y alma, (y con estupendos resultados, añadiré yo) al teatro.
Después de todo esto, Armiñán ha explicado cosas más o menos conocidas, pero muy divertidas, sobre "Mi querida señorita" y López Vázquez, completadas a viva voz por Mónica Randall, que también corría por la platea, pero no las escribo, porque esto sería bastante más largo que lo que ya es.
Esteve Riambau, como si hubiera previsto algo de todo ese rifirrafe inicial, tenía preparada una lectura de la introducción de las memorias de Jaime de Armiñán, que ha supuesto el colofón perfecto, en armonía. En ella, con una prosa destacable, Armiñán pasaba revista a la variedad de dulces de cada una de las zonas de toda la geografía española que contempla el niño autor, ensimismado ante el banquete al que le invitaba un escaparate de pastelería. De repente, un impacto hace añicos el cristal. Adiós banquete. La lectura de ese texto ha sonado, realmente, conciliador. Marcando a donde no hay que llegar de ninguna forma.
En la imagen, Esteve Riambau, Jaime de Armiñán y Julieta Serrano posan para los fotógrafos de prensa... y algún infiltrado, justo antes de bajar a la sala de proyección.

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