sábado, 9 de noviembre de 2013

Melodía del mundo


Un golpe de vapor que se escapa junto a la chimenea de un barco avisa. Un marinero se dirige con una mujer, que va a despedirlo, por las callejas de un puerto hasta el trasatlántico que va a zarpar. Unas imágenes llenas de sombras, calles empedradas, piernas entre piedras solitarias de la madrugada, que recuerdan poderosamente a la mejor fotografía europea de entreguerras.
A partir de ahí, empiezan las escenas de montaje vertiginoso, demostrando que todas las actividades que se desarrollan a lo largo del mundo, si no son iguales, se parecen mucho las unas a las otras. Un mundo idéntico a sí mismo que, pese a ello, en pocos años iba a destrozarse entre sí en la segunda guerra mundial.
Hay que agradecer a la Filmoteca que hoy y en otras dos sesiones previas, dentro del ciclo de cine de la Republica de Weimar, nos recordase esta “Melodía del mundo” (1929), y demostrase que Walter Ruttmann no era únicamente el realizador de cine de animación experimental y de la extraordinaria “Berlín, simfonía de una gran ciudad”.

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