No fui a la presentación de “Orson West” (Fran Ruvira, 2010) en el Alexandra, pero un amigo crítico de cine me ha dejado el DVD que le enviaron, y por fin he podido verla.
Ha sido en el monitor de TV, y es una lástima, porque, al margen de las diferentes capas superpuestas que quieren evocar historias antiguas, incluida la del propio Orson Wells buscando localizaciones para una supuesta película suya, me gusta cómo su realizador sabe rodar a gente en un coche en marcha en medio del paisaje (me lo imagino a él, cual demiurgo, haciendo circular y filmar satisfecho a los camiones de toda la troupe del rodaje), a los cielos que cubren las eternas pausas de los rodajes o, todavía más, cómo filma a la protagonista, allá abajo por el valle, saliendo del cementerio, y nosotros siguiéndola, sintiendo todo gracias al sonido directo.
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