La mayoría de las primeras referencias a películas que hace Bertrand Tavernier en sus memorias suelen corresponder a versiones cinematográficas efectuadas a partir de las novelas que tan apasionadamente había leído en su infancia y juventud.
Es el caso de “El prisionero de Zenda” (John Cronwell, 1937) que, versión de la novela de Anthony Hope, “basada en el tema indestructible del socias”, vi en su honor anoche en Filmin.
Y es verdad que en una (película) y otro (libro de las aventuras de Tintín) aparecen ese reino escala del Orient Exprés, esa media chaquetilla del traje de gala de los húsares, y hasta algún personaje de fisionomía habitual de los malos -o por lo menos los más exóticos- de Hergé.
Claro que también hay una salida por una puerta del rey, anunciada repetidamente por los trompeteros reales, que a ver a quien no le lleva al “Sopa de ganso” de los hermanos Marx…
No hay comentarios:
Publicar un comentario