viernes, 17 de abril de 2015

Pasolini y la Literatura catalana: crónica de la sesión


Vamos a confesarlo. Unos minutos antes del inicio de la sesión promovida por el Projecte Pasolini Barcelona en el Istituto Italiano di Cultura, pánico. Sólo un ponente de los tres previstos y dos únicos asistentes como público. Quizás era una discreta presión contra el cambio de horarios que ahora se empieza a anunciar. El caso es que, por suerte, a continuación han llegado los dos ponentes que faltaban, y la sala ha ido llenándose hasta formar un notable auditorio que, por lo que he ido oyendo al final, ha salido satisfecho de lo tratado, que iba de las conexiones de Pier Paolo Pasolini con la literatura catalana, pero que ha dado juego para explorar muchos campos insospechados.
Alex Susanna se ha remontado a 29 años atrás, cuando en Udine encuentra un libro de Pasolini, compilación de poesías en friulano, y en él encuentra, sorprendido, una cita de un poeta catalán que nadie recordaba, Miquel Bertrand i Oriola. Desde ese momento, ya con la mosca detrás de la oreja, va investigando y encontrándose con que Pasolini, al ver la existencia de una gran poesía en lengua minoritaria, como era la catalana, vio que se podría hacer algo así en friulano, y se puso a ello.
Jordi Corominas ha completado el cuadro: Al ir al país de su madre, a Casarsa, con 19 años, en una época -primeros años 40- durísima, Pasolini encuentra una relación directa entre las dos lenguas. Gian Franco Contini le pone entonces en contacto con Carles Cardús, que le da a conocer los grandes nombres de la poesía catalana. Funda la Accademiuta di Lenga Furlana, y dedica el número tres de su revista precisamente a una antología de la poesía catalana. Ha llegado a la conclusión de que el catalán es el modelo a seguir.
Ha entrado también Corominas en otro tema muy interesante, del que escribió un artículo hace ya años. Se trata de una comparación entre las borgate romanas y los barrios de barracas barceloneses, de la que en el grupo queríamos hacer una sesión monográfica. Las primeras borgatas romanas las construye el fascio para acoger a los habitantes de las viviendas desalojadas para la construcción de la Vía dei Fori Imperiali, esa gran avenida romana que pasa entre los impresionantes restos del foro y otras dependencias romanas. En Barcelona las barracas tienen un origen diferente, y su construcción recorre casi todo el siglo XX, llegando a acoger, en su momento álgido, hasta un 10% de la población de la ciudad. De estas dos realidades periféricas, recuerda Corominas, surgen dos personajes de ficción. Por un lado Accatone, el protagonista de la primera película de Pasolini. Por otro lado, el Pijoaparte, el protagonista de "Últimas tardes con Teresa", la famosa novela de Juan Marsé. Ambos parecen enamorarse de una chica, pero también puede interpretarse que vayan con ella por otros motivos. Ambos tienen el mismo accidentado final, a lomos de una motocicleta...
El tercer ponente ha sido Francesco Luti, quien ha destacado el papel de Barcelona, en los años 60, como puente entre Italia y España. Y, dentro de Barcelona, el papel de José Agustín Goytisolo como introductor de Pasolini. Ha acudido también a anécdotas muy significativas, marcando el paralelismo entre los dos escritores: ambos coetáneos,
poetas, con un gran empeño civil, con una terrible huella de la guerra encima (la muerte de su madre y hermano, respectivamente), la mala relación con el padre, la afición por el fútbol, vestidos similares, cierta coquetería, los Alfa Romeo: José Agustín Goytisolo vivía de la leyenda de que su Alfa Romeo rojo se lo había regalado Pasolini... Incluso mantienen ambos el paralelismo de una muerte no plenamente aclarada.
En el coloquio final se ha acelerado todo. Alex Susanna parecía haberse ido excitando con las charlas de sus compañeras de mesa, recordando cosas que los 29 años transcurridos le habían hecho olvidar, y ha empezado un vertiginoso intercambio de frases en el que los que hemos tenido la suerte de estar presentes hemos podido sacar cosas muy jugosas de todo orden, como esa sospecha de "muerte sacrificial" de Pasolini, que no en balde habría elegido para ello un 1 de noviembre, el día de los muertos (Susanna); que Guy de Maupassant consideraba que la vista desde la Torre Eiffel era la más bella de París... porque no se veía la torre Eiffel (Corominas); el papel de Myrima Sumbolovich en la conexión de los escritores catalanes con los italianos (Luti); la película que Goytisolo quería rodar sobre un cementerio abandonado, que topó con la negativa de Zurlini (Luti); la presencia paralela en Barcelona, durante esos años, de gente como Eugenio Montale, Ungaretti, Umberto Saba,... (Susanna) o la existencia de un libro de Blai Bonet sobre Nueva York en el que Pasolini es el protagonista (el mismo Susanna).
Ha quedado un poco la duda sobre qué había pasado para que, habiendo habido unos lazos tan intensos durante un régimen dictatorial, en la actualidad, con instituciones democráticas a ambos lados, la conexión con Italia, y con el sur de Europa en su conjunto, sea, a nivel literario y cultural en general, tan escasa. Pero eso hoy no debía tocar, seguramente.


 

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