Hoy la Filmoteca ha pasado "La Balia" ("La Nodriza", Marco Bellocchio, 1998) en la sala Chomón, la grande.
Da la impresión de ser una de las realizaciones de Bellocchio más serenas, pero las apariciones en ella de la lluvia, de gitanas, de dementes o de revueltas y explosiones sociales, va trasmitiendo un resquemor que siempre está latente, acentuado con una música discontinua que surge de tanto en tanto, con el estruendo de los carruajes al pasar por el callejón o con movimientos de cámara penetrantes.
Es una película llena de miradas desde lejos, desde el otro lado de la habitación, o a través de un cristal, o una reja. Aunque poco a poco una aproximación, que lleva al entendimiento, se va produciendo.
Cuenta, con el trasfondo de una fuerte inestabilidad social, lo que inicialmente parece la historia de una sustitución (madre por nodriza), pero todo su verdadero significado está comprendido, en realidad, en el contenido de dos bellas cartas (la original y su respuesta) cruzadas...
Igual se estrenó en su momento, porque, aunque no la recordaba por completo, sus imágenes me iban apareciendo como ya conocidas.
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