martes, 19 de noviembre de 2024

Una sombra oscilante


L’Alternativa - 7
Por lo que sé de la Elias Querejeta Zine Eskola, “Una sombra oscilante” (Celeste Rojas Mugica, 2024) es una muestra típica de su producción. Un cine experimental con un fondo político, en este caso la represión y la clandestinidad en el Chile de Pinochet.
Pensar en un lugar bien conocido. Cuando empiecen las preguntas de un interrogatorio, la imagen mental formada de ese lugar puede ser muy útil. Este asunto lo explica el ex-clandestino a su hija y esa idea se repetirá ltodo el tiempo.
Colas de una película muy deteriorada, imágenes de elementos para el revelado fotográfico en su función, mientras en off se oyen instrucciones tanto para esta especialidad como las comentadas anteriormente, del mundo clandestino. Este tipo de diálogos dominan la banda sonora de la película, que presenta también imagen real de cortes de tráfico de manifestantes y policías tomados desde lo alto de un edificio.
Exploración de una hija (¿la realizadora? Al menos la voz en off dirigiéndose a su padre y narrando es suya) sobre la actuación y mecanismos utilizados en la clandestinidad por su padre ante Pinochet, en una cinta experimental cíclica.


Esta imagen fotográfica y alguna otra son descritas minuciosamente.

Hacer un viaje para conocer y hacerse la imagen de un lugar…
 

Attenberg


Entre sesión y sesión de L’Alternativa, me he visto, al anunciar Mubi que sólo estará en su plataforma nueve días más, “Attenberg” (Athina Rachel Tsangari, 2010).
Y ha pasado a ser, desde luego, la película que más me ha gustado de las que conozco de ella. Narra todo lo que puede narrar (una chica que ha crecido sola y sin su madre, su padre ahora en tratamiento, los juegos con su amiga intentando averiguar todo aquello que ignora y que más bien le da miedo), pero de una forma decididamente original, muy divertida. Quizás recuerda, es verdad, la primera película de Lanthinos.
Sus bailes a dos con la amiga, su única educación a base de la visión de los documentales de Sir David Attenborough, los encuentros de tenis, su tardía iniciación sexual, Tous les garçons et les filles,…): escenas para recordar.
De hecho, la película se convierte en un emotivo, inusual, proceso de despedida.

 

Oasis of now


L’Alternativa - 6
De alguna película me quedó la imagen de un barrio lleno de edificios de pisos lujosos de Singapur, que iban cercando una zona de edificios más bajos, con población hacinada, de orígenes muy modestos.
Un sitio parecido debe ser el del rodaje de “Oasis of now” (Chee Sum Chia, 2023), del que no se sale en toda la película. Se trata de un barrio con edificios muy deteriorados, viviendas pequeñas, zonas comunes sucias, repleto de familias de muy diversa procedencia: Vietnam, Myanmar, China,… Por lo tanto se habla también diversos idiomas.
La cámara se fija en una mujer joven, con una hija que se aleja y se vuelve a acercar a ella, vía juegos tan sencillos como mezclar y lanzar piedras. Otros vecinos -familiares o no- no la hacen sentirse cercana. Uno es un militar, que parte en una ocasión, con porra y visera, “a la fábrica indonesia”.
Todo son encuadres de una fotogenia muy estudiada. Vemos a la gente a través de puertas, o marcos. En una escena, como en un segundo plano, vemos que en la calle la policía está vigilando a unos cuantos detenidos. Seguramente reflejo de esa represión ambiental, son numerosísimos los encuadres que dejan fuera de la pantalla trozos de los cuerpos que evolucionan en ella. Una queda con medio cuerpo que se escapa por un lateral, más de una vez las cabezas son cortadas por el margen superior, o un marco de puerta tapa parte otro cuerpo.
Todo se desarrolla con parsimonia y marcando los sonidos ambientales. Como la copia de la sesión a la que asistí tenía subtítulos para sordos, continuamente se hacía referencia en ellos a sonidos de pájaros, ruidos de motores de vehículos lejanos, el paso de un avión, el ruido metálico de apertura o cierre de una puerta. Fue más una sesión de sonidos acústicos que de diálogos.
Con esos mimbres, si se tiene sueño atrasado, da ocasión perfectamente a unas cuantas microsiestas.








 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Lázaro de noche

Nicolás Pereda y Tess Renaudo, una de las directoras del festival, en el coloquio tras la proyección de anoche.

L’Alternativa 2024 - 5
Nicolás Pereda ha sido uno de los protagonistas de L’Alternativa a lo largo de los años y en éste le han dedicado un “Encuentro”, además de que en la Filmoteca harán una retrospectiva de su obra.
Anoche, presentando su última película, “Lázaro de noche”, acabó sus palabras introductorias a la proyección con un divertido “Sí no les gusta, las otras son distintas”, para que no por ello dejaran de acudir a su retrospectiva.
Y, ciertamente, “Lázaro de noche” supone un notable cambio respecto a sus películas previas. En varias ocasiones, en el film, algún personaje se dirige al del sempiterno actor principal de Pereda, Gabino Rodriguez, llamándolo Gabino y éste le rectifica: “Ahora me llamo Lázaro”.
Efectivamente en los títulos de crédito ya no aparece como Gabino, sino como Lázaro, y en el coloquio final Nicolas Pereda nos informó de que en la vida real decía que era otra persona y había cambiado de nombre. Esto puede ser una anécdota, pero otros muchos elementos nos hablan de cambio, bastante radical, en esta película respecto a las anteriores del realizador.
Por una parte, salvo la escenificación del cuento de Aladino del final, toda ella se desarrolla en un ambiente urbano, en contraposición con el habitual entorno rural previo. Pero, además, si bien había bastantes elementos de humor en sus películas anteriores, ésta la asignaría sin dudarlo la característica de comedia: las risas corren por la sala.
Sigue manteniendo coherencia con sus películas anteriores principalmente por el hecho de estar rodada con sus mismos actores, del grupo (me enteré ayer del nombre) “Lagartijas tiradas al sol” y -como también explicó anoche en el coloquio Pereda- de ellos extrae numerosos datos de su personalidad para enfocar su película.
En ésta, “gente que llega a los 40 años y no ha llegado a nada” entran en una acción cruzada. Ella (Luisa Pardo) comunica por sorpresa a su marido (Gabino/Lázaro Rodriguez) que ha estado acostándose con su amigo (Francisco Barreiro). Los tres optan a entrar mediante un casting en la película que el director (Gabriel Nuncio) ha escrito con su mujer (Clarissa Malherios).
Entre los cinco personajes y la madre de Lázaro (Teresa Sánchez) se teje una serie de ocultaciones de a dos o a tres bien enrevesada, que es lo que hace estallar la comedia.
En el coloquio, Nicolas Pereda explicó las razones de los cambios de estilo posterior de la película, expresando ser consciente que tal como la había dejado, pudiera quedar confusa. Se refiere a toda una parte que viene a explicar cómo surgió la relación entre los tres principales personajes y a un colofón final con la escenificación del cuento de Aladino de forma tirando a desencantada.
Este último trozo aclaró que le debe mucho a una conferencia del escritor César Aira sobre el realismo mágico, en la que expresaba que la magia deja de ejercer como tal cuando se vierte en exceso. El deseo mal llevado de los personajes tenía ese eco final.
Al final de la película también aparece escrita la referencia a los talleres del uruguayo Mario Levrero, a quien al parecer agradecería haber inspirado aspectos humorísticos ligados a la vida cotidiana en la parte previa de la película.
Me apunté también la reflexión de Nicolas Pereda de que le parecía absolutamente ridículo el personaje del director que aparece en la película, pero que cree estar absolutamente de acuerdo con todo lo que, sobre el cine, dice.

Los tres amigos entre los que va la trama.

Gabino / Lázaro, en la casa del director.

Encuentros y desencuentros de a tres,

Comiendo uno de los premios de la lámpara de Aladino.
 

domingo, 17 de noviembre de 2024

Sauve qui peut


L’Alternativa - 4
Ensayos, juegos de rol, desarrollados entre personal sanitario en formación, en los que deben entablar conversación con un paciente, que también simula su situación, captados de forma continua por el belga Alexe Poukine. Esto es “Sauve qui peut” (2024).
Empieza de forma sorprendentemente ligera, hasta el punto que se sueltan unas buenas risas en los episodios en que unos novatos deben comunicar a un enfermo nada menos que le han detectado un cáncer terminal y la torpeza más absoluta surge por todas las aristas. Luego va alcanzando más gravedad.
Mis dudas vienen cuando se propone la discusión sobre cómo afrontar las enfermeras situaciones de strees por sobrecarga de trabajos urgentes. Según cómo entonces da la impresión de un curso de motivación pagado por la empresa, con ‘coachings’ insistiendo en que no todo es un déficit estructural de insuficiente número de trabajadores, y que seguro que algo puede hacer cada uno para superar esos momentos.
Un mediometraje, en vez de un largo, habría, en mi opinión, redondeado, en todo caso, el resultado.
(En la imagen, el chico de la bata blanca recibe instrucciones sobre lo que debe representar a continuación: deberá comunicar al que hace el papel de paciente, que espera en la camilla, que los resultados de los análisis efectuados han permitido detectar unos tumores tan extendidos por su abdomen que ya no admiten quimioterapia ni ninguna cura, por lo que sólo quedan aplicarle cuidados paliativos. Hechos la simulación, el que habrá hecho de paciente comentara cómo ha visto al sanitario, éste efectuará su autocrítica, y los monitores anotarán lo que descubran que puedan mejorar para casos futuros).


 

Reas


L’Alternativa - 3
Ya por el final de “Reas” (Lola Arias, 2024), una escena, la que me resultó más inteligente de la película, me hizo enderezarme vivificado en mi butaca (la silla más bien dura del Teatre del CCCB) para ver si estaba viendo y oyendo correctamente. Nacho y Joseli están dialogando, tonteando un poco, vislumbrando si habrá un futuro común para ellos fuera de la cárcel. Cuando ya prácticamente ha acabado la escena, se dicen que en el diálogo han olvidado algo, repasan un papel y leen una frase que, ciertamente, no habían dicho.
Esta nimiedad corta y cambia absolutamente el tono de todo lo visto hasta entonces, recordándote el artificio de todo lo que estás viendo. Hasta entonces, la película de Lola Arias se me estaba haciendo (seguro que es algo personal, porque todo el público mostró su entusiasmo con ella) algo cansina porque, una vez vencida la sorpresa de ver a tamaños personajes de protagonistas, todo el encadenado de escenas sólo hacía que reforzar la única idea de base y sólo esperaba ver, para animarme un poco, cual sería el siguiente e inesperado número musical que amenizaría el rato.
A Lola Arias, directora teatral actualmente prestigiosa mundialmente, que ha presentado una obra este 2024, por ejemplo, en el Festival de Aviñón, le vi con satisfacción en cine hace ya unos años su “Teatro de guerra” (2018), en el que sembraba a sus actores, representando a soldados británicos y argentinos, en unos sets teatrales para recordar la encerrona de las Malvinas.
En “Reas” también se aprecian esos sets teatrales, dobles en el caso de los números musicales, porque toda ella está rodada en unos estudios de rodaje… que utilizan la antigua prisión de Caseros, tristemente famosa por las torturas que llegaron a desarrollarse en ella.
Es a este nivel de carpintería estructural en la que se ha de otorgar a la película la admiración por un trabajo exquisito. En el coloquio, Lola Arias, que ha venido a L’Alternativa para impartir una ‘Masterclass’, explicó que la película surge directamente de un taller de teatro que lleva en la Cárcel de Ezeiza. Le interesó mostrar en ella esa completa integración (he aprendido estas nuevas nomenclaturas, que desconocía) ‘cis-trans’, hacer en ella escenas musicales (un género que desprecia absolutamente) que se vieran ejecutadas torpemente y cómo el frío e inhóspito recinto de Caseros se iba transformando “en otro espacio más cálido, transformando un espacio de muerte en vida”.
Una transformación similar es la que comporta la trama de la película (una auténtica ficción, que sitios como el de Filmaffinity hacen la tontería de conceptuar como ‘documental’ por el solo hecho de que sus actrices no sean profesionales), que lleva de la imagen brutal, casi dantesca, de las internas, con sus cuerpos deformes y cubiertos de tatuajes del principio hasta ver que se trata de seres entrañables, que se profesan auténtico cariño entre ellas.
Otra cosa es que a alguien tan escéptico como un servidor, apreciando como digo la atinada carpintería del proyecto, llegue a creerse la tesis propuesta y, por ende, a restar interesado por ella.
En el entretanto, Lola Arias comentó que las presas del Taller de Ezeiza le pidieron que llevara lo suyo a una obra de teatro, y es la que está paseando ahora por Europa, siempre con el miedo en el cuerpo de que realmente, tras las juergas que están corriéndose, lleguen puntuales al teatro y pueda hacerse la función.








 

Caja de resistencia

Ayer, presentando a Conchi Barquero y Alejandro Alvarado antes de la proyección de su “Caja de resistencia”.

L’Alternativa 2024.
En 1980, Fernando Ruiz Vergara hizo un primer largometraje en su tierra. “Rocío” documentaba la famosa romería, pero incidía en sus organizadores, una Hermandad “de toda la vida”. Uno de sus miembros, al saber su nombre asociado en la película a muertes descontroladas durante la guerra civil, la denunció. Tras una serie de pleitos, el Tribunal Supremo ordenó el corte de la secuencia citada, y el documental se convirtió en la primera película censurada una vez abolida la ley franquista.
Ruiz Vergara se fue a vivir a Portugal hasta su muerte, sin que nunca pudiera acabar ninguno de los proyectos cinematográficos que tuvo.
Alejandro Alvarado y Conchi Barquero, andaluces, pero que estudiaron cine en Barcelona el 1999/2000, fueron a visitar a Ruiz Vergara poco antes de su muerte. Los recibió, como puede verse en la película que se pasó ayer en el Teatre del CCCB con su presencia, “Caja de resistencia” (2024), con una mascarilla de oxígeno, renegando por “tanta cosa que hay por hacer y no puedo” . Una vez ya fallecido, analizaron todos sus proyectos abortados por una causa u otra y decidieron darles alas, hacerlos volar en esta película.
Se inicia ante una tumba, la del realizador, en un pequeño cementerio. De ahí, pasamos a unos subterráneos llenos de latas de películas y una moviola, en la que corre “Rocío” con su registro de corte por orden judicial. Y, a partir de ahí, vamos siguiendo la relación y comentarios de los proyectos dejados por Ruiz Velasco. De unos cuantos de ellos vemos lo que han hecho Alvarado / Barquero a partir de lo encontrado.
El primero de estos casos -y para mí uno de los más interesantes por cómo lo han resuelto, es el de “Otelo a Presidencia” un documental siguiendo la candidatura de Otelo Saraiva de Carvalho a la presidencia portuguesa. Se conservan unas cuantas escenas de masas, con pancartas e imágenes del coronel dirigiéndose a ellas gracias a un micrófono instalado en la Plaça do Comerço lisboeta. Sigue la entrevista que consiguieron del candidato y, además, la pareja de cineastas acude de nuevo a la Plaça de Comerço. En vez de las masas del reportaje previo, captan ahora turistas visitándola. En vez de las proclamas de Otelo, los increíbles comunicados de los guías a sus clientes. Así ha virado la cosa… Como colofón, quizás para que no quede tan mal sabor de boca ante tal fracaso, un coro canta con convicción, en una plaza, una canción que habla de “Cambiar la ciudad… para cambiar el mundo entero”.
La segunda película de Ruiz Vergara que hacen vivir es “Guadalquivir”. Procedía de un intento de establecer un noticiario andaluz al estilo el que por esos años se hacía en Cataluña, abierto a muchos cineastas diferentes. Ruiz Vergara se centró en la vieja embarcación que salía en “Las dos orillas” (Juan Sebastián Bollaín -amigo y compañero suyo en la cooperativa de cineastas andaluces-, 1987) y quiso convertirla en una “Casa para todos”.
La tercera película a abordar para darle alas es “Una sardina para tres”, un proyecto que tenia sobre las minas de wolframio en Panasqueira, en tiempos la más grande europea. Aquí Alvarado y Barquero se lanzan a una animación futurista dibujada sobre el mismo esqueleto de la mina, hoy prácticamente abandonada, intentando interpretar un abstruso texto de Ruiz Vergara que nos es leído previamente.
En la cuarta, “La Huelva y La Huelva”, en la que quería analizar los fusilamientos y enterramientos en fosas en Almonte, de los que registró para unas doscientas personas. Ruiz Vergara quería que Alvarado y Barquero volvieran a incidir en El Rocío. No lo hicieron, pero, en cambio, “volvieron” ahí al lado, a Almonte, donde se estaban identificando los restos mortales de todos esos fusilados.
La inacabable relación de víctimas de Alamonte cierra la película, y está bien así, porque como el coro del primer ensayo, pese a lo trágico, esa tozudez en la exhumación de los cadáveres y su identificación, esa reivindicación de dar luz a sus nombres, levanta un poco el ánimo ante ese relato del perpetuo fracaso, de la insatisfacción personal y colectiva que es, en verdad, conscientemente, la película.

No he encontrado ninguna imagen de Otelo Saraiva de Carvalho dirigiéndose a sus partidarios como candidato a las elecciones, por lo que sustituyó la imagen por ésta del 25 de abril.

Francisco Ruiz Vergara en uno de sus proyectos. Por el casco de barco que parecen tener detrás entiendo que debe tratarse de “Guadalquivir”.

El coro, bien arropado, cantando en la plaza “Cambiar la ciudad… para cambiar el mundo entero”.

En la mina, iniciándose el desvarío de animación.
 

sábado, 16 de noviembre de 2024

Averroes & Rosa Park

El dron sobrevolando el Hospital Esquirol. Luego el que ha hecho la filmación va preguntando a los internos si detectan dónde se encuentran dentro del conjunto.

Aquí uno de los internos intentando averiguar si localiza la zona del hospital donde se encuentra.

En el Festival L’Alternativa del año pasado, en una entrevista y sesión en la Filmoteca, presentando su “Sur l’Adamant” (2023), Nicolas Philibert prestó mucho cuidado en dejar claro que esa película, dedicada a un centro de día muy especial, era sólo una de las tres piezas que iba a dedicar a los cuidados a enfermos mentales.
Este año, gracias también a L’Alternativa, se pueden ver las otras dos. Ayer vimos “Averroes & Rosa Park” (2024), dedicada a un hospital psiquiátrico de París y el miércoles 20 procuraré no perderme la tercera, “La machine à écrire et autres sources de tracas” (2024), en la que parece se sigue a cuidadores que se desplazan a las casas de los pacientes. Siempre, en las tres, el punto focal está en el enfermo mental, intentando comprenderlo.
“Sur l’Adamant” me gustó, pero confesaré que me pareció -por vez primera en Philibert- un poco tramposa, en el sentido de que no me llegué a creer que en ese hospital de día/barcaza amarrada a un muelle del Sena en París, a lo largo del tiempo de estancia del equipo que recogía la película, todo discurriera con esa tranquilidad y felicidad, y solo se descubriera un mínimo episodio de tensión por el final. Me pareció, vaya, que se había ofrecido un panorama de la enfermedad mental excesivamente amable.
Al empezar “Averroes & Rosa Park” vemos el hospital Esquirol, situado junto al Bois de Vincennes, captado desde un dron en movimiento. Es enorme. Sólo al final nos enteraremos que las del título son dos unidades psiquiátricas específicas de ese hospital.
Lo que sigue al título del film podría ser un film de Frederic Wiseman sobre la institución… si no fuera que las visiones de situación, sobre el entorno, son mínimas, apareciendo entre una y otra de las entrevistas del personal médico con los pacientes, que son absolutamente los protagonistas, el grueso, lo que da humanidad y profundidad -y de qué manera…- al film. Sólo colateralmente vemos a los especialistas que hacen las preguntas a los pacientes y sus reacciones, una forma de hacernos meter como espectadores más en situación, como si fuéramos nosotros los que estamos delante de los enfermos y debiéramos actuar para conocer todo sobre su situación, con tal de ayudarlos.
Esas largas conversaciones, a veces con escasas y lentas respuestas, te permiten poco a poco averiguar la personalidad de cada uno de los enfermos mentales que, como aparecen en varias ocasiones, acabas conociendo, haciéndote cargo de sus obsesiones, sus miedos, etc.
En general se expresan todos -aunque sea haciendo evidente su “locura”- muy bien, llegando al asombroso caso de un paciente superdotado, que sabe veinte idiomas, que hace con sus documentadas y razonadas frases abrir como platos los ojos de sus cuidadoras, especialmente cuando evidencia que nunca podrá sanar del todo en el desquiciado mundo que le ha tocado vivir.
En un enfermo mental te das cuenta de los trastornos que pueden llegar a ocasionar situaciones como la guerra de Ucrania, aunque discurra a bastantes kilómetros de distancia.
Aparecen, sin ocultarse, entrevistas a todas luces fracasadas, como con esa señora muerta de miedo, que denuncia persecuciones y robos, y acaba parando los pies al médico, llamándolo imbécil.
También, en entrevistas más plácidas, puedes detectar realidades como la falta de personal necesario para unos terapias satisfactorias. Y en algún momento hasta se perciben gritos desgarradores de fondo.
Vamos, que no he visto en esta ocasión ni el más mínimo atisbo de trampa en esta hermosa, emotiva y necesaria película.

Ese mismo paciente con la médica de guardia del hospital.

Y el que da la impresión de ser el jefe de departamento ante una enferma, que dice le roban y le pierden cosas, soliviantándose contra él.

Consejo de médicos con un interno -que creo recordar salía también en “Sur l’Adamant”-, quien dice ver por el hospital a sus padres y abuelos muertos, encarnados en otros pacientes o cuidadores.
 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Romeo und Julia auf dem Dorfe

Cuesta obtener imágenes como ésta, pero están a la orden del día en la película.

De niños.

Romeo con su padre.

Julieta con el suyo.


Ayer pasaron en la Filmoteca “Romeo und Julia auf dem Dorfe” (Valerien Schmidely y Hans Trommer, 1941), anunciada como una joya de la historia del cine suizo recién restaurada.
Su primera escena, un plano del cielo desde el que el objetivo de la cámara baja para dejar ver un río y vuelve a subir para volver a dejar ver el cielo, mientras suena una música con bastante énfasis, me hizo temer una cursilada mayúscula, pero enseguida, tras los títulos de crédito, la cosa cambia -para bien- un montón, y todo son escenas rurales con unos encuadres de una belleza absoluta.
No sólo los encuadres con la cámara fija se aprecian muy estudiados y bellos, sino que eso también ocurre con la cámara siguiendo a un personaje, especialmente cuando es la también bella protagonista la que evoluciona delante de unos árboles floridos.
Pero si algo -a parte de su fotografía y de lo bien que cae su protagonista femenina- me ha sorprendido especialmente de la película, es la brutal elipsis, el salto de nada menos que de diez años, que se da ante la puerta de un juzgado donde dos vecinos litigian por sus lindes. Una elipsis que hace pasar a Sali (nuestro Romeo) y Vreni (nuestra Julieta) de familias enfrentadas de niños a prometedores jovenes.
Por el final, adicionalmente a una escena de cierre que habría gustado a los surrealistas, puede apreciarse un baile a lo John Ford, seguido de otro a lo Cimino, para acabar en otro al que no le encontré ya modelo.





El enfrentamiento.