Claudio Zulian (director), Luis Miñarro (productor) y Pablo La Parra (Director de la Filmoteca, antes de la proyección.
Ya en el coloquio, Pablo La Parra, Claudio Zulian, Pilar Parcesisas y Esteve Riambau.
Un reportaje italiano sobre el rodaje, en el piso de Portabella, de “Nocturno 29”.
En un coloquio de La Clave. Salen en “Constelación Portabella” muchas declaraciones suyas en entrevistas televisivas, además de trozos de algún reportaje o programa con él como protagonista, incluido, al final, una aparición suya en televisión tocando en directo la batería, de la que había sido muy aficionado en su juventud. Al acabar la pieza, sonriente pero my nervioso, se le veía haciendo mucho un gesto suyo muy característico, de apretar los dientes.
La extraordinaria secuencia de “El silencio antes de Bach” en la que un grupo de violonchelistas lo interpretan con el metro articulado en marcha. A Portabella siempre se atrajeron las hazañas visuales… y sonoras.
En la misma “Constelación Portabella” (Claudio Zulian, 2024; anoche en la Filmoteca) aparece Pere Portabella diciendo que estaba inicialmente en sintonía con grupos artísticos como Dau al Set o El Paso, porque quienes estaban encuadrados en ellos, sus amigos, intentaban transgredir el mundo del arte, y que él siempre ha intentado aupar la transgresión.
En el documental elaborado ahora sobre él, que repasa buena parte de su dedicación al cine, sorprende, aún
producido por Luis Miñarro y siendo sobre tal personaje, por su convencionalidad, hasta el punto que la única transgresión que hay en él (al principio, viendo los cortes de entrevistas iniciales, creía que seguía incluso esa pauta de los documentales televisivos norteamericanos actuales, de avanzar las dos o tres ideas que se encontrarán más tarde, si el espectador no pasa a otro canal), la única transgresión apreciable, repito, se halla en los trozos de las películas del cineasta, que se muestran con profusión, no siempre en concordancia, por cierto, con las declaraciones que sobre su cine o su persona hacen unos cuantos especialistas de nombre.
En el coloquio, uno de los expertos entrevistados en la película, Esteve Riambau, recordó la única guía que le dio Portabella cuando finalmente acordaron hacer el libro recopilatorio de sus escritos publicado recientemente en Galaxia Gutenberg: “No hagas nada convencional”. No criticó por eso la película, admitiendo que la opción de rellenarla con el máximo de Portabella, quedando la forma del documental en un segundo plano, era una de las opciones, pero sí le afeó en varias ocasiones que lo que habíamos visto era una constelación al que le faltaban estrellas, y fue enumerando a lo largo del coloquio unas cuantas que había callado la película, centrado casi todo en lo más político: “Informe General II” (que Zulian dijo que “no cabía”, para luego explicar que su documental no seguía el aparente orden cronológico que según cómo muestra, sino que funciona por bloques de temas -su dedicación inicial como productor, sus primeras películas bastante rompedoras, la música, la política,… y con “El sopar” y el primer “Informe General” dio por terminado el bloque político), su primordial participación últimamente en la Fundación Alternativas, su (muy especial…) relación con los creadores de cine militante o que se le acerca, su eterno desmarque de la Escuela de Barcelona, en la que lo quiera o no se acunaron sus peliculas, su actividad como senador, etc.
Yo sí añadiria que algo mínimamente transgresor -ya que no completo- debería ser un documental que se dedique a tamaño personaje. Tiene razón Zulian en decir, como dijo en el coloquio al hablar de su planteamiento de película, que no se puede hacer nada al estilo Portabella, que él es, en este sentido, único. Pero es que no se trataba de eso: Portabella nunca ha exigido a los que hizo de productor que emularan su tipo de cine, sino que expresaran con su propio lenguaje lo que querían decir. La película de Zaluan que propició su primer encuentro con Portabella, “A través del Carmel” (2009), tenía una forma y estructura personal de abordar su tema, y apostaría que eso fue lo que justificó que Portabella le felicitara (como ayer nos contó el autor de la “Constelación”). Pero no se desprende ni un detalle como los de ese trabajo previo en lo visto ayer, de no ser esa ocurrencia de poner el título de la película y sus entrevistados en medio de su metraje, pues estoy hablando, claro, de otro tipo de aproximaciones.
Casi todos los entrevistados son personas conocedoras del tema sobre el que se les preguntaba y aportan argumentos de interés, pero, no sé, a mí, personalmente, me agobian un poco estos montajes en que se reparte entre un nutrido grupo de supuestos especialistas la tarea de ir montando la consideración de una personalidad. Me da la impresión de que se diluye y banaliza un poco el discurso. ¿No habría sido mejor, quizás, encomendarse a un par de ellos y que fueran esos dos los que condujeran razonadamente la travesía?
Según declaró, la apuesta de Zulian había sido intentar una película de ahora con el lenguaje de ahora (?) para, como objetivo central, dar a conocer a las nuevas generaciones la importancia de la obra y actuación de Portabella, porque, señaló, en las clases que da previene del corte digital que se produjo en el año 2000, y lo primero que avisa es de que “antes de esa fecha pasaron cosas”. Pero no estoy seguro de que así se pueda lograr. A los que conocíamos aunque fuera un poco el tema, nos ha sonado todo a un cierto “dejà vu”. Quizás -y ojalá así sea, como es verdad que indicaron algunos espectadores- pueda servir para que se enteren de lo rompedoras de su actividad y obra los que la desconocían, pero no sé: al menos anoche no me pareció ver entre el público congregado a nadie de la nueva generación, y no sé si su reacción, de empezar a ver el documental, sería de caída del caballo y apuntarse a la buena causa descubierta, la verdad.
También en el coloquio, ya que en la película no demasiado, me hizo gracia pescar alguna indiscreción que se le escapó a Pilar Parcerisas, entre su esperable discurso (que no creo fuera tampoco lenguaje de ahora para los de ahora) sobre la cuestión artística, como esa malévola frase que le oyó a Joan Brossa cuando ya se había alejado de Portabella y salió éste a colación en la conversación: “Los ricos siempre acaban tirando arroz”. O esa polémica en La Vanguardia entre el Grup de Treball y Tàpies, que La Vanguardia (que siempre es muy suya) acabó zanjando sin publicar ninguna carta de réplica del Grup de Treball y sólo publicando, como postura cercana al GT, pero mediadora, los escritos de Portabella.
Un poco de mordiente, cuando menos.

Luis Parés, en la Cineteca de Madrid.
Xavier Albertí expresando esencias teatrales de Portabella.
Àngel Quintana nombrando aspectos de lenguaje de su obra.
Xavier Balló. También aparecen tres críticos extranjeros de nombre, que se han interesado por las películas de Portabella y dos especialistas del mundo artístico.
La partida de cartas de Lucía Bosé con Antonio Saura, Antoni Tàpies y Joan Ponç en “Nocturno 29”, de la época brossiana de su obra.
Romà Gubern, ahora no recuerdo si en “Umbracle”
Carles Santos. (¿En “Acció Santos”?)
“El sopar”
“Informe general”