lunes, 13 de enero de 2025

Más que un museo

El Munch, en un muelle de la nueva ciudad.

Filmin ha colgado “Más que un museo” (2024), otra pieza más que va colocando Morrosko Vila-San-Juan en el puzzle que lleva un tiempo montando sobre la arquitectura más actual.
En este caso parece dedicada al nuevo Museo Munch de Oslo, esa estructura vertical cargada de hombros, aparentemente gris opaca pero que, si se contempla de noche, se descubre totalmente transparente.
En realidad, como su mismo título sugiere, la película dedica tanta atención al edificio de Herreros como a todo el proceso de cambio de un barrio de la ciudad en la que su construcción se inscribe.
Oslo era un pueblo grande y muy recientemente ha aparecido en todo su frente marítimo un nuevo denso y deslumbrante conjunto de edificios modernos, que han transformado radicalmente su esencia.
Concretamente, en el Sureste, en la antigua zona portuaria y de comunicaciones situada entre las vías y estación de tren y la bahía, se erigió, además de una línea de viviendas, ese edificio de la Ópera que, como característica más popular, permite mediante una amplia rampa pasear subiendo hasta su terrado.
Ahora, conectado mediante una pasarela con la Ópera, el nuevo Museo Munch.

La Ópera vist desde el Munch. A la derecha, Juan Herreros.
 

A māe e o mar


Ahora sí: ya depejado he podido degustar como se merece “A māe e o mar” (Gonçalo Tocha, 2013; visible gratuitamente en Caixaforum+), digna sucesora de los documentales que sobre un mundo que iba a desaparecer casi de inmediato hizo sobre el sur de Italia en su día Vittorio de Seta.
El objeto de la película de Tocha -a quien siempre recordaré por su exploración sobre la Isla de Corvo- es en este caso el arte de la pesca en Vila Chā, una aldea del área de Porto, y más concretamente las mujeres que se dedicaron y se dedican aún en ella al trabajo del mar.
Viene a ser un completo inventario por capítulos -por recuerdo o presencia de una mujer pescadora, o por tipo de trabajo -ya sea la pesca del pulpo, cangrejos, lubina, o recogida de sargazos- el que establece Tocha, haciendo intervenir como actores y ayudantes de dirección a los mismos pescadores y pescadoras, que a ratos establecen una conversación algo forzada sobre el tema propuesto.
Como dije, sin ocultar su presencia y la de su cámara, que a veces aparecen, de la misma forma que los auténticos protagonistas se dirigen a un Gonzalo que es sin duda el mismo creador de la película, siguiendo más o menos sus indicaciones, haciendo de claqueta o proponiéndole cosas. Al margen de las indicaciones -casi anotaciones de trabajo de campo- que oímos en voz del propio Tocha en off.
Veo que, después de un largo lapso de tiempo sin hacer película alguna, Gonçalo Tocha ha hecho este año que se acaba de ir un par de cosas, posiblemente para televisión. A ver si hay forma de verlas, que seguro serán de interés.
Mientras, todos los interesados por el cine y la etnología tienen ahora acceso a esta especial “A māe e o mar”.







 

 

domingo, 12 de enero de 2025

Un Tocha en duermevela



Por suerte ya no me debo a trabajo alguno, con lo que es más fácil de hacer, pero cuando trabajaba también intentaba programar un último día en el que, de regreso del viaje efectuado, poder descansar en casa: ordenar, escoger y guardar las cosas traídas del viaje, planificar un poco cosas a efectuar a corto y medio plazo y, sobre todo, descansar.
Llegamos ayer de París pasada medianoche y hoy domingo era un día ideal para hacer todo ese proceso de aclimatación.
Uno de los mensajes recibidos estos días pendientes de análisis era de Caixaforum+, la App que no podía ver por incompatibilidad con mi televisor. El servicio de atención al cliente de la plataforma acabó contestándome que la única solución que tenía era comprarme otro televisor idéntico, pero posterior a 2021. Dejé a un lado Caixaforum+, por muy buenas cosas que anunciaban, pues, hasta ahora, en que me decían que habían actualizado la App, y si la desinstalaba e instalaba de nuevo, ya podría ver normalmente el contenido de sus propuestas. Así he procedido y, tras comer, he ido a ver su catálogo actual.
La sorpresa ha saltado a las primeras de cambio. Gonçalo Tocha, el autor de uno de los documentales que más me han llegado, “É na Terra, nāo é na Lua” (2011), sobre la isla de Corvo, tiene en la plataforma otra película, “A māe e o mar” (2013), que me he puesto a ver, emocionado.
Empieza de una forma parecida y con la misma intensidad que la película suya que ya conozco. Explica su planteamiento y proceso a realizar para llegar a la película que quiere hacer. En la primera, desde una barquita señalaba la isla de Corvo y decía que para mostrarla tal como es, en su documental iba a recorrer cada uno de sus metros cuadrados. Aquí se pone ante archivos a buscar las escasas referencias sobre unas mujeres de un pueblo portugués que, caso único en el mundo, eran patronas de las embarcaciones de pesca, que capitaneaban.
Una vez ya ante la playa en cuestión, la presencia de la cámara se hace evidente. Tocha muestra ahí también toda su carpintería, rodando planos del paisaje en el que se ve su cámara plantada ante el plano en un trípode.
Tiene, desde luego, un gran sentido del encuadre: abre un capítulo diciendo en off “Plano de Gloria, la última pescadora” y Gloria, con un sombrero de paja y amplias ropas, abre desde dentro el portalón de la barraca de pesca, dejando que se vea la playa donde reposa una barca , las rocas y un agitado mar, poniéndose en un margen para que la veamos de perfil, enmarcando el paisaje.
Hasta aquí perfecto. Luego… ¿quien iba a pensar que resistiría al cansancio acumulado a esas horas, en esa circunstancia? Me ha vencido el sueño, solo despertando ligeramente dos o tres veces. La última, cuando ya llegaba su fin, me ha parecido que me había espabilado suficientemente, y he pensado en rebobinar y verla, ya sereno. No lo he hecho. Lo cierto es que momentos captados al azar no me han dado la buena impresión del inicio: con su mirada poética al mar -en comentarios de gente popular del mar-, su valoración de un insospechado y olvidado trabajo femenino y alguna apreciación ecologista, me he dicho que a ver si había sucumbido a los temas que consiguen hoy en día subvencionar una película. Pero he visto que no es película reciente, y que en cualquier caso no le sirvió: no hay trazas de nada más suyo hasta ahora mismo.
He seguido mirando piezas ofrecidas en el catálogo, he dado con un par en las que aparece Álvaro Siza comentando, con la riqueza expresiva que lo caracterizan, ciertas cosas sobre arquitectura, fotografía y el trabajo del tiempo. Hay campo…


 

 

Botín cinematográfico parisino


Ya de regreso, mi pequeño botín parisino. Para que no resultara todo demasiado en la línea Positif, me compré un Cahiers du Cinema. El de diciembre, que parecía más atractivo que el de enero.
 

sábado, 11 de enero de 2025

Fundación Seydoux-Pathé



Estrella Millán, que lo ha descubierto no hace mucho pero ya se está convirtiendo, a base de atracones pantagruélicos, en gran entendida del cine mudo está tardando en acudir a la cita que tiene pendiente con el templo de este tipo de cine, base de toda su estructura y lenguaje.
Por mi mala cabeza me salté la sesión de cine, siempre acompañada al piano en directo, que más me atraía, de la Fundación Seydoux-Pathé. Sólo, tiempo después, para dar un vistazo al entorno, fuimos. Había una pequeña expo sobre Cine y Antigüedad.
También volveré con alguna foto más, esperando también el regreso, para cuando hagan un ciclo a no perderse.




 

lunes, 6 de enero de 2025

Crónica de los pobres amantes






Arte ha colgado “Crónica de los pobres amantes” (1954), la versión que hizo Carlo Lizzani de la novela de Vasco Patrolini.
La Vía del Corno, un callejón de Florencia, cercano a la Piazza della Signoria, es el microcosmos que podría extenderse a toda la Italia de los años 20, donde se desarrollan todas las historias entrecruzadas posibles, con incidencia en las de unos pocos antifascistas y las amenazas y bravuconerías de los camisas negras, expandiendo sus acciones, durante sus días de gloria.









 

domingo, 5 de enero de 2025

Primeros Korda


Nada más empezar la filmografía de Alexander Korda me doy cuenta de las dificultades que entorpecerán mi proyecto.
Aún en Hungría, en 1914, a los 21 años, con el nombre de Korda Sandor, dirigió sus tres primeras películas, pero todas ellas se ve que se dan por desaparecidas.
Eso no me ha producido desaliento alguno, pero sí que de la que su sobrino Vincent califica como una de sus primeras películas importantes, “A tiszti kardbojt” (2016) no haya descubierto por las redes no ya la más mínima secuencia de la misma: ni referencia de donde pueda encontrarse, y sólo su tema y, como ilustración, su bonito cartel. Tocaría analizar los fondos de la Cinemateca húngara, y por ahí me pierdo.
Lo que sí he dado es con una serie de datos sobre estudios de cine primerizos que serían bien interesantes si quisiera seguir por ahí, cosa que no haré. De uno de ellos, el primero que compró Alexander Korda con capital de un florista, Corvin Film, fue ya socio y gestor principal, como no dejaría de ser toda su vida… Poca broma: uno de los diseñadores que colaboraron en la construcción del renovado estudio Corvin Film fue Lazló Moholy-Nagy.
Y, para acabar por ahora: previamente el libro de Vincent aporta informaciones muy interesantes y claras sobre la Hungría de principios del s.XX, remontándose por su historia. Con datos como que quién dio por primera vez apellidos a los judíos centroeuropeos fue Napoleón, tras conquistar los territorios en los que vivían. Previamente eran conocidos únicamente por sus nombres propios.


Moholy-Nagy

 

Una vida de ensueño


Conviene poner un poco de orden a tu vida, sobre todo cuando vas viendo que esto se acaba. La lectura de las -muy extensas e intensas- memorias de Michael Powell debiera haberla hecho siguiendo esta pauta que ahora se me ha ocurrido respecto a la biografía de Alexander Korda (“Una vida de ensueño”, Michael Korda, T&B/Festival Internacional de Las Apalmas, 2003).
Veremos si me podré acercar mínimamente a lo que se me ha pasado por la cabeza, porque soy un desastre en eso de dar con copias caseras de las películas que me interesan. La intención es ir viendo las películas a medida que se van citando en el libro, compaginando unas con el otro.
El libro lo escribió el sobrino de Alexander, hijo del mago de los decorados Vincent. Por ahora sólo me he leído parte de su introducción, pero promete. Estas miradas cercanas a un personaje de este tipo, sí son sazonadas con la ironía que he visto en esa introducción, no pueden estar nunca mal. En la contraportada han destacado esto:
“Un Rolls Royce Silver Cloud le llevaba a los aeropuertos, la industria cinematográfica británica se rendía ante su poder, los grandes estudios de Hollywood se ponían a sus pies. Alexander Korda, uno de los más deslumbrantes magnates del mundo, surgió de la oscuridad de la Hungría rural para convertirse en un cineasta legendario. Con él estaban sus hermanos Zoltan y Vincent, y todos vivían vidas encantadas en círculos en los que se encontraban personas como H.G. Wells, Laurence Olivier, Marlene Dietrich, Vivien Leigh y Merle Oberon, que llegó a ser esposa de Àlex. Pero junto a los grandes éxitos de Àlex había un fuerte impulso de autodestrucción.”
Pinta muy bien el proyecto. Y si en vez de enorme autopista sólo surge un pequeño sendero, también servirá. Tengo, pues, un objetivo para la vida restante.


 

sábado, 4 de enero de 2025

La luz que imaginamos


Si digo la verdad, van pasando las semanas sin que ningún estreno me llame realmente la atención. En cambio “La luz que imaginamos” (Payal Kapadia, 2024; vista ayer en el Zumzeig, lleno hasta la bandera: quizás por eso pensaron que el calor animal compensaría el frío de la sala y se pasó un frío pelón), no sé por qué razón, sí lo hizo, poderosamente, desde que se anunció. Ahora ya tengo la confirmación de que la atracción que me provocaba era del todo justificada.
Hay, primero un ambiente, el de la atiborrada ciudad de Mumbai (luego aparecerá otro diametralmente opuesto) en época de monzones. La cámara va circulando, como instalada en un tren, mostrando los variados mercadillos de la ciudad, y luego la compacta aglomeración de gente dejando los andenes y luchando por subir las escaleras de una estación.
Por un lado ese dinamismo que en ocasiones parece caótico, por otro el proceso de esa ciudad y de tantas otras en completo crecimiento, que lo arrasa todo: unos elevados bloques en expansión amenazan el barrio donde modestamente vivían unos cuantos.
Por otro lado una serie de actrices -destacando esa enfermera de mirada trágica- que aportan el argumento naturalista, centrado en desamores, amores y soledades firmes.
Todo ello muy bien envuelto gracias a un sentido visual poderoso, con algún toque sorpresivo, ramalazos de genio. Apunto un par: 1/ Seguimos, vistas desde un punto más elevado, a dos mujeres que echan a corren en un terrado. La cámara se desplaza en la dirección de su movimiento, hasta que abarca entonces el motivo de la acción veloz: está a punto de descargar otra racha de esas increíbles de lluvia. 2/ Ese plano final, con la idea feliz de ese chico, ajeno a las historias a las que hemos ido asistiendo, bailando al son de la música marcada por sus auriculares.
Acompañado también por un esporádico pero constante fraseo musical, unas notas de piano que van puntuando varios momentos de la proyección, como si ayudasen a marcar y señalar amablemente que estamos oyendo y viendo precisamente la narración de una historia de esas, que pasan y vuelven a pasar.
Como igualmente sorprenden esas mezcladas voces en off, difíciles de adjudicar a algún personaje concreto, expresando sus circunstancias y deseos, o esos mensajes de móvil cruzados por los amantes, impresos bien grandes en la pantalla, cuando menos te los esperas.
Otras imágenes ya resultan más sabidas, pero no dejan por ello de ser eficaces, como esas confidencias nocturnas entre dos de las mujeres, que un plano general de las fachadas de los edificios, con diferentes habitaciones iluminadas, indica que se extienden por doquier. Es el momento.
Yo diría que el conocimiento de una de las verdades de las de la India que me ha acercado y trasmitido la película, con sus formas de vida, con relaciones amorosas entre los personajes o momentos sensuales intensos, supera las de casi todas las películas hindúes que he visto en los últimos años, y que se debe llegar a retroceder hasta la trilogía de Apu del siempre citado Satyajit Ray para encontrar algo similar.
Los títulos de crédito finales te hacen sospechar lo difícil que debe ser montar una producción como ésta. La película esta hecha por pequeñas compañías hindúes y un sinfín de compañías e instituciones europeas han participado en su producción. Bienvenidas sean.
Pensaba acabar diciendo eso de la alegría que provoca descubrir a una nueva directora de la que esperar confiado su obra posterior, pero es que ahora he visto que eso mismo había dicho de ella tras ver -esa sí- su primera película-, hace dos años y medio en la Filmoteca, que había olvidado por completo. En el panorama global más bien triste, pues, una cineasta ya consagrada. Que no la malgasten, por favor.




Las enfermeras, con su uniforme, asistiendo en masas a una proyección.





 

 

viernes, 3 de enero de 2025

Michael Powell envejece... sin darse cuenta.


Va de perros… casi humanos.
Buena parte del segundo volumen de las memorias de Michael Powell tiene, pese a la ironía y ánimo que gasta en su escritura, un deje melancólico. Narra el declive de The Archers, su calvario por todo el mundo buscando atar contratos para filmar sus ideas cinematográficas, en un momento en el que las grandes compañías ya no les daban Libertad absoluta de acción. Hasta que llegó un final en que recobró la economía y la moral, gracias al rescate de sus nombres hasta lo más alto del Olimpo por parte de Scorsese y de un pequeño grupo de críticos.
En ese periodo que digo él seguía activo, al tanto de la actualidad, pensando por dónde podían surgirle las posibilidades de prolongar su carrera, planteando proyectos, pero veía que no le hacían el caso que siempre le habían hecho. Pocos de su tiempo quedaban y el presente parecía regirse por pautas diferentes. En un momento, aunque se cree aún válido como el que más, parece caer en por donde va la realidad: “El único error que he cometido fue envejecer sin que me diera cuenta.”
Luego está también, claro, ese penoso proceso por el que van desapareciendo todos los seres queridos y los que actuaron de referentes y comparsas durante mucho tiempo. Tras narrar la muerte de su (penúltima) mujer, dirigiendo su pensamiento hacia el que quedó entonces como su último compañero, su perro, escribe estas líneas, que me emocionaron al leerlas. Traduzco del francés lo mejor que puedo:
“Durante un año, pues, estuve sólo, a parte de Johnnie. Pero ya era viejo, y un perro viejo es más viejo que una persona vieja. La muerte es muy paciente con un perro anciano. Se le aproxima lentamente. Primero es una cierta rigidez en las patas. Después la dificultad para respirar, y el perro viejo encuentra que el sendero que sube desde el pueblo es un poco empinado para él; debe pararse de tanto en tanto y hacer ver que mira el paisaje.
Después llega el día en que ya le es imposible subir la colina, él que corría y saltaba tan alegremente. Ahora debe pararse y sentarse, su amo lo coge y lo lleva hasta la puerta del cottage, donde pide que se le deposite en terreno plano. Al anochecer, cuando quiere salir a hacer sus necesidades y su amo le deja hacerlo, se queda fuera y hay que llamarlo, encontrarlo y retornarlo a casa. No podría hacerlo él sólo.”
Y Powell relata también de forma muy emotiva los últimos momentos de su pobre Johnnie:
“Esta última noche, en lugar de dormir en su cesta, vino cerca del gran sofá en el que yo me había tendido para dormir. Se acostó al pie del sofá y se durmió a mi lado. No lo había hecho nunca antes. Por la mañana se despertó bruscamente, se puso en pie, jadeando, y atravesó corriendo la habitación hasta su bol de agua, situado junto a la puerta de la cocina. Al llegar dejó caer su boca en el agua. Se había muerto.”

He buscado una fotografía de Michael Powell con su perro Johnnie, protagonista de esta entrada, pero sin éxito alguno, por lo que cuelgo ésta que aparece al principio de este volumen, con otro perro del que también habla en el libro mucho, pero muy anterior. 

miércoles, 1 de enero de 2025

Inedits


El pobre Roberto Rossellini debió ver al final de su vida que el entusiasmo que mostró por la televisión, diciendo que iba a revolucionar culturalmente a la humanidad entera, y por la que había certificado la muerte del cine unos diez años antes, estaba algo fuera de lugar. Ahora tanto el cine como la televisión parecen dormir el sueño de los justos, mientras ha triunfado lo que llaman una cosa informe que llaman “el audiovisual”.
Personalmente soy muy crítico con TV3, porque por unos instantes, cuando empezó, pareció que realmente apartaba todas unas formas de hacer deplorables y se abría a cosas nuevas que no sólo no eran vergonzantes, sino que te conectaban de verdad con realidades y vanguardias, pero luego… basta ver en qué se convirtió y lo que ha emitido en sus últimos trece años…
Por eso mismo me ha sorprendido muy positivamente su emisión de una serie de entrevistas hechas por el medio el siglo pasado bajo el título de “Inedits” y, sobre todo, la forma en que las han pasado. Me explico:
He visto sólo unas pocas dedicadas a directores de cine. No sé cómo serán las dedicadas a personajes de otros ámbitos, pero al menos éstas, grabadas en su día para “Cinema 3” un programa sobre la actualidad cinematográfica del momento, que aprovechaba como máximo unos minutos de la a veces más de una hora de conversación, se pasan, tras una introducción que sitúa la filmografía del director, tal como se registraron, sin apenas manipulación, a lo bruto, conservando fallos de sonido o imagen, repeticiones, cortes y, lo más interesante, conversaciones previas y finales… que no estaban nunca destinadas a emitirse. Eso les ofrece, me da la impresión, una frescura inusitada, y te acerca muchísimo más al personaje que las entrevistas ortodoxas Werner suelen verse.
Las entrevistas se comprueba, además, que están hechas con conocimiento de causa, por periodistas que, como mínimo, las ha preparado, cosa que no puede decirse la mayoría de las veces.
Ese diría que es el caso de las vistas hasta el momento, que me han arrastrado a escribir estas notas: Pablo López (aunque se empeñe en seguir a la suya pese a las rectificaciones constantes de Marco Ferreri), Octavi Martí en sus entrevistas con Luis G. Berlanga y Carlos Saura, o la de António Weinrichter con Louis Malle, que ahora empiezo a ver.
Algo diferente es la de J. A. Pérez Giner, en la que se nota (es éste un país y un mundo muy pequeño) que él y Jaume Figueras se conocen por completo, y basta que éste último diga una palabra y el otro ya se monta por sí solo la entrevista.
Esta página da acceso a todas las entrevistas de la serie. No respondo más que de las que he visto…: