lunes, 30 de junio de 2025

Io la conoscevo bene


Empiezo un recorrido que querría extenso por la comedia italiana. Sin orden ni concierto inicial, me he puesto a ver lo que tengo más a mano.
Abandonadas para mi propósito ya dos películas (una de ellas muy, pero que muy célebre), doy, aunque está claro que es un atrevimiento excesivo tratarla de comedia, con “Io la conoscevo bene” (Antonio Pietrangeli, 1965; con también Ettore Scola de guionista; en Filmin), de la que sólo recordaba su título, tan bien encontrado.
Se nota enseguida que ya estamos con los años 60 bien entrados, pues busca más ofrecer al ojo y atención del espectador la nota impresionista, que va calando, que la típica escena resultona.
Deja desarmado ese personaje de Stefania Sandrelli, que ha ido a la ciudad en busca de un futuro como actriz, con su inocencia, alegría y bondad por delante, recibiendo palo tras palo de todo un ambiente que no queda muy bien parado.
He seleccionado una escena que me ha parecido extraordinaria, con ella y un boxeador en una estación de tren por la noche, los trenes, como la vida, pasando de largo.





 

sábado, 28 de junio de 2025

Hipnosis




La destaca Ariel Schweitzer, que sigue escribiendo algún papel para el Cahiers du Cinéma, como un primer largometraje sorprendente. Se trata de “Hipnosis” (Ernst de Geer, 2023; en Filmin).
Schweitzer valora cómo la película desenmascara la violencia inherente a los procesos teóricamente “cool” que inundan el mundo liberal en el que actuamos.
La joven pareja protagonista va a participar en una feria en un hotel de negocios, tras entreno con un “coach”, en la que se discernirá si es su app o la de otros participantes la que recibirá los favores de los inversores. Pero paralelamente ella inicia una hipnoterapia que parece desinhibirla por completo…
Por de pronto la acabo de ver después de comer y hay que decir en su favor que la he seguido con atención, interesado de principio a fin, sin ceder ni un momento al sueño que es de rigor me venza en estas circunstancias.




 

viernes, 27 de junio de 2025

L’histoire de Scénario





Allá por el cambio de siglo, la revista “Cahiers du Cinéma” incorporó a alguno de sus números una separata, producto de una gran idea. Se trataba de solicitarle a un gran director que le facilitase un cuadernillo con las ideas gráficas, el esquema de la película que tenían en proyecto.
Los primeros ejemplares fueron fantásticos. Especie de guión trazado por unas cuantas imágenes, algún poema, una cita,… poco a poco el proyecto fue decayendo. No todos los cineastas interpelados eran Leos Carax, y se fue cayendo en algo anodino, standard, que ya no transmitía deseo alguno por descubrir esa película que aún sólo estaba en la mente de su director.
Viendo en Arte “L’histoire de Scénario” (Fabrice Aragno, Jean-Paul Battaggia, Nicole Brenez, Jean-Luc Godard, 2025), en la que los tres primeros dan forma, primero como reportaje y luego como interpretación directa, a la “brochure” que el último quiso entregar, siguiendo su compromiso de hacer una última película para ellos, a Arte, para después ya despedirse de este mundo, me he acordado de esas separatas. La “brochure” protagonista de este emocionante film las supera a todas.
Es el mismo Godard quien va mostrando y explicando, con el mechero en la mano, tosiendo (y pidiendo perdón por ello), el guión que perfila, o más bien que sólo esboza escuetamente, para tener una guía de lo qie querría filmar y entregar.
Por la mitad ese mechero que guardaba en el puño izquierdo muestra su real utilidad, que no es otra que encenderse un buen cigarro, que se pone a fumar.
Sufres con Aragno para llegar a clarificar si lo que tiene in mente el cineasta, lo que -a veces bastante críptico- quiere decir, es así o asá. Luego, viendo el resultado al que han llegado los tres, piensas y crees dar con el sentimiento que Godard quería transmitir con alguna de sus imágenes, mientras que en otras ocasiones te lanzas a la piscina y te quedas con una imagen (animada o no) bien adentro, por la belleza o la emoción que, equivocadamente o no, te transmite.



 

domingo, 22 de junio de 2025

Perec. El hombre que se negó a olvidar


Parece la voz de Frédéric Mitérrand la que conduce la narración, poniendo una línea de orden entre reportajes, fotografías antiguas y secuencias de películas sobre la vida de “Perec. El hombre que se negó a olvidar” (Pierre Lane, 2022; en Filmin), pero se trata en realidad de la del actor Jacques Gamblin.
Poco importa. Tiene por momentos su deje poético, descubriendo detalle tras detalle clave sobre el escritor. Y, sobre todo, revela, vía una enigmática dedicatoria de un escrito posterior, lo que hay realmente detrás, como fondo, en la desaparición de la letra en su famoso libro.
Muy recomendable para todos aquellos que sientan una mínima curiosidad por tan enigmático personaje, Georges Perec.



 

From the Center




El centro.


Los 12 canales

Cuando en 1983 Eugenia Balcells presentó en la Fundació Miró “From the Center”, lo hizo con sólo una parte de la instalación: el punto central seguía estando, pero el círculo completo se había limitado a dos puntos equidistantes, cada uno con un monitor. En uno de ellos, veías aparecer el sol, y en el otro ocultarse. Lo titularon “Cercles de temps” (Circulos de tiempo). Un par de años después, la sala Metrónom presentó la instalación completa.
Es esa instalación completa la que ha comprado el MNAC y puede verse (anunciada ahora mismo en su fachada como único elemento destacado) en su sala oval, donde han construido una cúpula para alojarla.
Perdida un poco la sensación de austera integración en la naturaleza que tenía en la Miró, los otros paneles (Eugenia Balcells les llama monolitos, pensando -supongo- tanto en el 2001 como en los menhires de Stonehenge), con sus aportaciones urbanas y de vida aérea, le dan un toque cosmopolita, sin alejar el conjunto en absoluto del camino de pensamiento místico que a partir de entonces emprendería la artista, con sus experiencias místicas con los navajos y otros encuentros decisivos.
Merece la pena ver la entrevista a Eugenia Balcells, explicando los pormenores de la pieza, que se exhibe en una sala vecina.


El punto central de los doce canales, el terrado de su apartamento en Little Ítaly

El edificio en cuestión.

Tres canales y el centro. Perdón por la horrible fotografía.





Me dejaba la foto con la banderola en la fachada, que debe enorgullecer a Eugènia Balcells…
 

sábado, 21 de junio de 2025

El médico de los pobres


Me gusta el tratamiento, tan sereno, que hace “El médico de los pobres” (Federico A. Rioboo, 2023; en Filmin) de un caso desgraciadamente frecuente en la geografía española, el de un médico comarcal que ejerció de alcalde republicano, asesinado en 1936 en Galicia tras el golpe de estado, y cómo ha debido ir rastreándose poco a poco su pista hasta intentar dar, por lo menos, con su cuerpo.
Reúne la memoria de los escasos supervivientes (y entre ellos un hombre de 95 años, que tenía entonces
😎
, descendientes (fundamentalmente un sobrino, hijo del hermano pequeño del médico, emigrado previamente a Latinoamérica, quien atraído por la historia familiar, fue preguntando, escarbando en memorias y archivos para escribir la historia de su tío abuelo), historiadores y activistas empeñados en, por lo menos, que se sepa todo lo que pasó.
Y un caballo blanco, una leyenda incrustada en la memoria del lugar.


 

Tavernier sobre Melville


Más sobre las memorias de Tavernet: su encuentro inicial -decisivo- con Jean-Pierre Melville.
Tras explicar su primera visita a su estudio de Pigalle, donde rodaba todas sus películas, y ofrecer una guía turística detallada sobre todos los sitios donde ir a tomar algo a los que le invitó, una anécdota que ayuda a perfilar, más allá de su impermeable, gafas oscuras y sombrero Stetson, su personalidad.
Hay que tener en cuenta que Melville ya sabía con quién había de vérselas. Estaba dejando boquiabierto a un jovencito entusiasta del cine, aun con ideas muy difusas sobre a qué quería dedicarse, pero que absorbía con fruición todas las informaciones que su maestro le pasaba. Como dice Tavernier mas adelante, alguien que le ofrecía esa agradable sensación de sentirse escuchado.
Uno de los sitios que nombra Tavernier le dio a conocer Melville y que frecuentaban mucho era una tienda de bocadillos de la calle Colisée, que se ve admitía a comensales a cualquier hora. Como en la rue Colisée estuvo mucho tiempo una muy interesante librería de cine parisina, me hace gracia pensar (aunque sea imposible, porque la que pienso abrió la moda de bocatas estilo “Pan’s & Company” mucho después) que yo también la frecuenté.
Pues bien: Melville le explicó que los dos hermanos que llevaban el local tenían una relación familiar, estaban emparentados con William Wyler, que había nacido en Mulhouse. Como dice Tavernier en sus memorias, “eso confería una suerte de aura prestigiosa a ese restaurante, donde se encontraban a menudo con amigos del cine-club”.
Pero remata:
“Una noche que cenaba yo sólo, quise verificar esa información con uno de los hermanos, quien quedó aturdido. Ni parecía saber quién era Wyler.”

 

jueves, 19 de junio de 2025

Ciencia Ficción dulcificada


Época de pasión por los grandes de la ciencia ficción leo ahora que pasó Bertrand Tavernier en la época de alumno del Lycée. Y suelta una reflexión que me parece muy acertada (uno, siempre con ganas de ir haciendo amigos).
Viendo la seriedad de planteamientos de Bradbury, Asimov, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick,… se extrañaba de la pobreza de guión y puesta en escena del cine norteamericano de Ciencia Ficción. Dice que incluso tras “2001” y “Blade runner”, la rutina volverá a ser el tono general, excepción hecha de unos pocos toques de algún cineasta. Y añade la frase que suscribo, más que nada, como él, sorprendido del exitazo de la saga:
“El ciclo de “Star Wars”, que traspone guiones de westerns de serie Z dotándolos de una fraseología algo grandilocuente, parece haber recortado la invención de los guionistas, reemplazada por un libertinaje pirotécnico y un diluvio de efectos especiales. Como muy acertadamente decía Catherine Breillat: ‘son films a los que se entra teniendo doce años y, cuando se sale de verlos, se tienen seis’.”


 

miércoles, 18 de junio de 2025

El prisionero de Zenda



La mayoría de las primeras referencias a películas que hace Bertrand Tavernier en sus memorias suelen corresponder a versiones cinematográficas efectuadas a partir de las novelas que tan apasionadamente había leído en su infancia y juventud.
Es el caso de “El prisionero de Zenda” (John Cronwell, 1937) que, versión de la novela de Anthony Hope, “basada en el tema indestructible del socias”, vi en su honor anoche en Filmin.
Señala Tavernier que la película (en realidad habla de las novelas de Hope) “impuso, en el mapa de una Europa de opereta, el reino imaginario de Ruritania, homólogo de la Syldavia de “El cetro de Otokar” de Hergé”.
Y es verdad que en una (película) y otro (libro de las aventuras de Tintín) aparecen ese reino escala del Orient Exprés, esa media chaquetilla del traje de gala de los húsares, y hasta algún personaje de fisionomía habitual de los malos -o por lo menos los más exóticos- de Hergé.
Claro que también hay una salida por una puerta del rey, anunciada repetidamente por los trompeteros reales, que a ver a quien no le lleva al “Sopa de ganso” de los hermanos Marx…




 

Tavernier y su Mémoires interrompus


Mientras que la verdad es que no tengo ningunas ganas locas de volver a ver las películas de Bertrand Tavernier que en su día me gustaron mucho, en cambio sí que perseguí tener y ahora estoy disfrutando un montón leyendo su “Mémoires interrompus” (interrumpidas -hay un curioso cambio de género en la traducción de la palabra memorias- por su muerte en 2021), volumen publicado en 2021 por la colección del Institut Lumière que en su día dirigiera, en Actes Sud.
Por ahora, asistiendo como estoy a sus recuerdos y rememoraciones de su infancia, tiene el libro todo lo que le pido a unas memorias: que sepa evocar con ejemplos cercanos una sociedad, una época, unos hechos, un ambiente que, aunque no sean todos ellos los míos, sí tengan algún punto de contacto con mis intereses.
Perteneciendo Tavernier a una familia de sólida posición social y cultural de Lyon, y llevándome él más de una década, dirías que con esas otras coordenadas eso puede parecer una tarea difícil, pero no es en absoluto así. Al margen de que ya puede tratarse de un entorno cultural/temporal de lo más diferente, que unas memorias pueden resultar interesantísimas si están bien escritas y saben despertar tu curiosidad por su mundo, Tavernier juega, en mi caso, con puntos de engarce sólidos: esos puntos de referencia e interés de la ciudad que un niño va aprendiendo y cartografiando, el despertar a la lectura por los clásicos juveniles, la advocación de unas costumbres familiares que, con todas las distancias que se quieran, corresponden a una época que, hasta los cambios radicales que llegaron décadas después, tenían su correspondencia,…
Todo eso y más, por no decir lo de esa que él califica de manía suya de ser muy meticuloso precisando títulos de novelas y, sobre todo, películas, que tanto admiro.
Bueno. A lo que iba. Hablando de su Lyon familiar, Tavernier evoca varias veces un documental que rodó en 1988 para la televisión (“Lyon, le régard interieur”), en el que, entre otras cosas, entrevistaba a su padre. Últimamente, este tipo de libros los leo con internet al alcance, y me ha faltado tiempo para ver si encontraba esa película por algún lado. Soy muy malo haciendo estas cosas, pero por todos los lados de la red que se me ha ocurrido mirar no he encontrado de ese ensayo evocativo, que creo habría sido un buen complemento para la lectura que estoy llevando a cabo, más que un trozo con un recorrido por el misterioso acceso a una casa y algo de esa entrevista con su padre de que hablo.
Ese fracaso me ha hecho pensar lo interesante que podría ser, soñando en unas televisiones e instituciones que podríamos tener, que programasen un ciclo dedicado a los documentales sobre sus ciudades rodados para la televisión por los grandes cineastas. Lo primero que se me viene a la cabeza sería el dedicado a Atenas por Angelopoulos. Luego esa otra rareza que vi hace unos años que era “12 registri per 12 città” (1989) donde pesqué retratos a mi modo de ver muy notables de Bernardo y Giuseppe Bertolucci sobre Bolonia -¡que no era su ciudad!-, Ermano Olmi sobre Milán, Rosi sobre Nápoles o Soldati sobre Turín, dejando fuera a Fellini quizás porque ya había hecho su “Roma”. Y así…
Hubo épocas en las que la televisión podía abordar programas de este estilo, cuando hoy en día me temo que sólo lo veo posible con Arte TV. Esa podría ser también una magnífica tarea a medio plazo de una Filmoteca, o en Barcelona, un CCCB, por ejemplo, que así podría retomar con ese ciclo sus presupuestos iniciales.
Palabras al viento…

 

lunes, 16 de junio de 2025

Lo que decía y ocultaba Fritz Lang


Me había olvidado que había escrito este papel para La Charca Literaria que aparece hoy, no en papel, sino por la nube esa.
Va sobre lo que tiene de enigmática la personalidad y biografía de Fritz Lang, de las posibilidades de dar gato por liebre y, en cualquier caso, de uno de los grandes del cine:

 

viernes, 13 de junio de 2025

François Truffaut. La passion des seconds rôles


Ofrece mucho más de lo que parece este “François Truffaut. La passion des seconds rôles” (Armand Hennon; Éditions LettMotif, 2024). Sobre el papel un libro fácil con las fichas de cien actores que aparecen en papeles secundarios en las películas del director francés, una vez leído uno se da cuenta de lo laboriosa que ha debido ser su preparación y del grado de conocimiento que trasmite. Te das cuenta de la tupida red de relaciones desencadenadas por su filmografía, te sorprendes por reveladores detalles asociados a cada una de las obras y al final compruebas lo productivo que ha sido, aportando más al conocimiento del cineasta y sus películas que los más sesudos trabajos.
A lo largo de muchos años Hennon ha ido recopilando datos y entrevistando para obtener su información de base a todos los actores supervivientes, sonsacándoles todo tipo de anécdotas de lo más reveladoras. Te enteras así de los múltiples intentos previos que suele haber antes de que un actor acabe interpretando uno de estos pequeños papeles y recibes una visión de lo que puedes ya conocer, pero con el valor añadido de estar vivido desde dentro.
Abre, además, el campo para intentar buscar y conocer mucho cine que al menos a mí me ha pasado desapercibido. Pondré un ejemplo, el de Jacques Rabiolles, quien interpretó en “Domicilio conyugal” a ese personaje que se pasaba la película pegando sablazos a Antoine Doinel cada vez que se cruzaba con él. ¿Quien sabía que él mismo era, en realidad, un muy especial cineasta independiente, que fascinó a Henri Langlois con su primer largometraje, “Le daguemaluach” (1968), hasta el punto que, tras compararlo con Godard y Garrel, dijo nada menos que le recordaba a “L’Atalante”, señalando que Robiolles era “el maestro de un nuevo cine que conjuga, que recrea todo lo que había desaparecido y nos hacía falta, la verdadera poesía del arte cinematográfico”.
Esto del cine apasionante, los buenos días, no se acaba nunca.


 

Jaime Natche


Me he quedado de piedra al saber, leyendo el editorial del “Caimán. Cuadernos de Cine” de junio, del fallecimiento de Jaime Natche.
Manuel Asín escribe sobre él de forma clara, informada y emocionada el artículo que he fotografiado, al que remito a quien quiera saber sobre su recorrido ligado al cine y, también mucho, a la Palestina natal de su padre.

Me sabe muy mal, entre otras muchas cosas, que esta amabilísima y discreta persona ya no publicará el libro sobre José Luis Guerin que tenía en su mente, para el que iba pacientemente, sin prisas, recopilando , clasificando y ordenando escrupulosamente toda la información aparecida en cualquier rincón. Porque internamente me decía que, cuando apareciera, esa vez sí, ya podríamos descansar satisfechos, pues tendríamos por fin el libro que su cine se merece.