Fascinación por su mortal belleza y, a un tiempo, escalofríos de terror por lo que representa.
Los americanos colocaban para sus pruebas atómicas un buen conjunto de barcos para desguace, para ver cómo afectaba a cada uno de los situados a diferentes distancias rádiales del punto de explosión.
Las fotos que presento las saqué de la hipnotizante proyección en la exposición “L’age atomique” de “Crossroad” (Bruce Conner, 1976), un montaje de las tomas efectuadas por la marina norteamericana con 500 cámaras en diversos ensayos de explosión submarina que hicieron en 1946 en el atolón de Bikini
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