Otra cosa sacada de la biografía de Marin Karmitz escrita por Antoine de Baecque (Flamarion, 2024) me ha hecho bastante gracia. Llega hasta una figura tan endiosada (es verdad que durante alguna fase vilipendiada) como la de André Malraux.
Marin Karmitz acaba de cerrar su productora MK y, decidiéndose a dejar de dedicarse a los cortometrajes, proyecta, creando el sello mk2 (que ha llegado hasta nuestros días), su primer largometraje, una fábula muy autobiográfica que lleva por título, de forma muy acorde con su posición contestataria de entonces, “Vivre debout”, aunque se estrenará, con pésimos resultados, tras pérdida de su entusiasmo original y después de varios aplazamientos (se interfirió, entre otras cosas, el mayo 68), con el título de “Sept jours ailleurs”.
Se le otorga al proyecto una subvención previa (‘avance sur recette’) de 400.000 francos, pero luego fue reducida a la mitad cuando Marin Karmitz, avezado productor por sus años de de cortometrajes con su MK, supo ajustarlo hasta un importe inferior al millón de francos. Para ver si consiguen rectificar esa reducción automática, van a ver a André Malraux, entonces ministro de Cultura, a quien Karmitz le explica que esa disminución de la subvención le iba a impedir realizar el film, y se hace a sí mismo en voz alta una serie de preguntas, como reflexionando, dando a entender la sinrazón en la que se encuentra:
-¿Qué debería hacer? ¿Trucar las estimaciones para aumentar el presupuesto artificialmente? ¿Robar al Estado?
A lo que Malraux le respondió:
-Truque, joven, truque…
“Así fue mi entrada en el mundo de la producción” -finaliza, irónico, Marin Karmitz.
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