domingo, 16 de febrero de 2025

L’autre femme

Esperando el desembarco.

En “La Ensenada”, con Antonio Casas y Sancho Gracia ocupándola en Libertad, ante la ausencia del dueño francés.

¡Toma ya! En una escena previa mostraba más músculo.

Alida Valli también figura entre los actores, como pintora que tras un desengaño -otra- se ha quedado a vivir ahí.


Hay veces que ver una película mal filmada y con una base literaria tirando a ridícula te produce más momentos de placer que otros muchos intentos de peso. Eso me ha pasado con “L’autre femme” (François Villiers, 1964; en TV5Monde). En este caso, la razón de esa paradoja se encuentra, básicamente, en lo que tiene -hablamos de una película francesa- de coproducción española.
La llegada en barca a la supuesta isla donde se desarrolla la acción (en realidad la playa de Carboneras), el bus que toma la protagonista (Annie Girardot) para ir a un punto cercano de la costa,… todo eso parece situarnos mucho más cerca del s.XIX que otra cosa, pero lo piensas un poco y te dices que sí, que aún estaba por llegar por ahí el desarrollo turístico.
El argumento está basado en una obra de Luisa María de Linares, una escritora que se hartó de vender novela rosa como churros por toda Europa. A.G. es una joven diseñadora que se confiesa “dépaysée” llegando de París a un lugar que de forma risible se trata de mostrar lo más rancio y salvaje en sus costumbres y su retraso secular. Así, el pescador que le va a enseñar a pilotar una pequeña barca, deja manchada ésta de sangre, pues acaba de cortar lo acabado de pescar, el contrabando practicado estilo novela de aventuras ocupa a toda la isla, o todos rehuyen de una forma muy oscurantista “al inglés”, del que dicen ha asesinado a su mujer.
También es divertido cómo se intenta dar un carácter exótico a los diferentes entornos. La casa a donde va a parar ella con el encargo de su dueño parisino de decorarla, para espanto de los que la ocupan, tiene un patio que parece sacado de una estampa de El Quijote. La silueta de un guardia civil, con su tricornio, se recorta en la playa donde desembarca ella y por las callejas del pueblo. El inglés vive en “el faro”, un antiguo torreón semi-abandonado, etc.
Pero lo mejor es ver la película (cuya visión puede abandonarse sin perderse gran cosa por su mitad) por lo comentado de los añorados paisajes de una costa entonces intocada y por el elenco de actores aportado por la parte española de la co-producción.
Ahí están Antonio Casas en cazurro masovero, un jovencísimo Sancho Gracia haciendo de joven cachas que sólo sabe alguna palabra de francés, Ana Mariscal como propietaria de una tienda que sí tiene conocimientos del idioma o Paco Rabal, aún con peluquín, en un papel de local adinerado y seductor.
Por el lado cinematográfico, ya lo he dicho, pocas cosas a destacar, pero sí la fotografía que logran Manuel Berenguer y Cecilio Paniagua con Annie Girardot paseando por la playa. También he visto unas extrañas solarizaciones en una escena nocturna, pero he acabado pensando que a lo mejor era mi monitor de TV, que fallaba.


Ana Mariscal en su tienda, a la que acude un primer e incipiente turismo exclusivamente femenino, bien loco.

Con “el inglés”.


 

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