Me gusta de “La primera noche de la quietud” (Valerio Zurlini, 1972; ayer en la Filmoteca):
-Su inicio (un matrimonio extranjero llegan en en velero a un puerto vacío, con locales cerrados y le preguntan al único paseante -Alain Delon- a dónde han llegado: “Rímini”, les contesta, y vemos cómo se aleja su silueta, solitaria, hacia el final del espolón)
-La estudiante de mirada fija y triste (Vanina -la antes bailarina Sonia Petrovna-), de la que se enamora el nihilista sustituto de su profesor de Literatura -quién sino Delon, pegado constantemente a un cigarrillo y vistiendo un abrigo de piel de camello del que apenas si se despoja en unas pocas escenas de cama que me han parecido muy mal filmadas-.
-Cómo muestra el ambiente invernal de Rímini, ciudad que parece dormida cuando se acaba su invasión estival.
-Las otras actrices que aparecen, en papeles más pequeños: una de muy hermoso rostro moreno Lea Massari en papel de destrozada dependiente de Delon y Alida Valí en cortísima aparición, en horrorosamente decorado apartamento, con también horribles pantuflas peludas de lana blanca, para acentuar la bajeza de su personaje.
-Que dedique toda una escena a “La Madonna del parto” de Piero della Francesca. Profesor y alumna van a verla a Monterchi, al saber el primero que la segunda no la conoce aún.
-La evocación de la pandilla de Vitelloni fellinianos -supongo que Zurlini no pudo sino asociarlos al Rímini natal de Fellini-. Hasta hay en la estación de tren una despedida de la ciudad, como en la película de Fellini, pero aquí se va la persona equivocada.
Pero en cambio no me ha convencido nada:
-El propio Alan Delon cuando se supone que debe hacer algo más que lucir su rostro y figura, esto es, interpretar.
-El Zurlini que me ha dado la impresión de que se mete en harina de otro costal, intentando reflejar ambientes jóvenes, de noche, etc. me ha parecido la mirada de un viejo muy ajeno a lo que muestra, con lo que se notan excesivamente sus errados esfuerzos, y me sabe mal.
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