viernes, 22 de noviembre de 2019

Las hermanas Munekata

La hermana sometida al mundo moderno y la mayor, al tradicional
Hasta anoche no había visto “Las hermanas Munekata” (Yasujiro Ozu, 1950) y me habrá pescado en buen momento o lo que sea, el caso es que me ha sorprendido muy agradablemente.
Muchas sillas, aunque aquí descalzadas.
No sé si por la época en que está hecha y porque en el ciclo de la Filmoteca nos han pasado previamente sobre todo las películas cronológicamente posteriores, resulta un Ozu muy especial, diferenciado: Posee un argumento bastante distanciado del habitual, escenas jocosas y otras serenas y profundas, muchos exteriores pero de verdad (no son decorados y están muy llenos de cosas), muchos gatos, muchas sillas, un par de emocionantes travellings -uno con ambiente nocturno- siguiendo a una pareja silenciosa pero que se lo están diciendo todo, un “plano vacío” junto al tren que al tratarse de un cementerio no resulta nada vacío, una secuencia con el ruido y la presencia de una fuerte lluvia en el exterior y hasta una escena que te hace preguntarte si Ozu fue admirador de John Ford y, más concretamente, de “My darling Clementine” (1946) y su Doc Holliday.
Escena de santuario, decisiva
Por lo demás, la primera expresión que se oye salir de la boca de Chishu Ryu es su característico y gutural “Mmm”, también vuelven a salir casas tradicionales japonesas (pese a la numerosa presencia de sillas e interiores en los que no se descalzan), un par de santuarios donde rumiar y adoptar decisiones, personajes que beben de más y se les nota, etc.

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