lunes, 18 de noviembre de 2019

Francisco Boix. Un fotógrafo en el infierno

Francesc Boix tras la liberación del campo de concentración de Mauthausen. Lleva colgada del cuello la Leica de los oficiales nazis para los que trabajaba, que cogió y de la que se sirvió partir de entonces como reportero.
Hace poco se estrenó una película de ficción que popularizó la historia de Francesc Boix, el chico que, estando como prisionero en el servicio de identificación del campo de Mauthausen, logró rescatar unas fotografías hechas por los guardianes nazis del campo. Estas fotos, mostradas en el Juicio de Nuremberg, sirvieron para incriminar a varios mandos que decían no haber tenido nada que ver con todo lo que les acusaban.
Ayer, en la primera sesión del homenaje a su persona y obra programado en la Filmoteca, Llorenç Soler dijo abiertamente que no le había gustado esa película, explicando que no entendía porqué se había querido añadir dramatización a unos hechos que ya contenían en su realidad todo el drama que se quisiera.
Esta fotografía es impresionante. Todos los prisioneros fueron colocados un día, sin ropa, en la plaza del campo de a Mauthausen, mientras los guardianes alemanes desinfectaban las instalaciones. Estuvieron ahí, desde las seis de la mañana hasta las once de la noche. Ese día no les dieron nada de comer. Un superviviente del campo cuenta que fue precisamente ahí, ese día, donde y cuando nació la resistencia comunista del campo.
Y es que en el 2000, en un momento en que parecía que el Canal + iba a ser la televisión de producción cultural por antonomasia, Llorenç Soler y Oriol Porta como productor ejecutivo, lograron hacer partícipe a ese canal de su documental sobre el personaje, “Francisco Boix. Un fotógrafo en el infierno”, y darle una difusión que, con festivales, premios y el tiempo por el medio, llegó a la televisión de 16 países. Pero la cosa venía de bastante atrás: Ya en 1975 hizo “Sobrevivir en Mauthausen”, en la que aparecía Joan Pagès, el jefe de la resistencia comunista en el Campo de Concentración (y de trabajos forzados) de Mauthausen. Fue durante la preparación de este primer documental que Soler supo de la existencia de Francesc Boix y de su gesta y no pudo olvidar su historia. Hubo de esperar a filmarla, no obstante, hasta dar con un productor, veinticinco años después.
Un momento de la entrada de tropas americanas en el campo.
En el año de su producción aún pudo contar con Mariano Constante y otros antiguos internados en el campo, que explican de viva voz todos los detalles. Pero, al margen de eso, cada vez que lo he visto, incluso más allá de reconocer las imágenes de Boix declarando y señalando a Speer en el juicio de Nuremberg, me he quedado impresionado por la existencia de esa señora alemana del pueblo vecino de Mauthausen, de convicciones socialistas, que arriesgó su vida para ocultar en su casa, hasta la liberación del campo, esas fotos acusadoras, que muchos mandos nazis habrían querido desaparecieran.
Francesc Boix y otros compañeros de la resistencia de a Mauthausen se reúnen en Paris. Allí se enteran, no obstante, que no son gente grata para la cúpula de su partido, que habría preferido verlos muertos.
El martes y miércoles, dos sesiones adicionales de homenaje más que merecido a Lorenzo Soler de los Mártires, Llorenç Soler. Será con películas que cubren otras zonas de su amplio campo de interés como documentalista.

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