jueves, 7 de noviembre de 2019

El comienzo del verano

Seksuto Hara: ¿qué hay tras esa entrena sonrisa?
Hay en “El comienzo del verano” (“Bakushu”, Yasujiro Ozu, 1951, pasada anoche en la Filmoteca, donde se volverá a proyectar esta noche) uno de los (inexistentes) flasback más emocionantes de Ozu. Me refiero, claro, a esas secuencias del maestro japonés que Marta Perís explica que tienen todo el poder evocador del pasado de ese instrumento del lenguaje cinematográfico ... sin emplearlo: Los padres de Noriko están sentados en esta ocasión no ante un lago o el mar, sino en una valla con un amplio campo por delante. Ven como un globo se pierde en el cielo, porque se le habrá escapado a un niño y recuerdan entonces lo desconsoladamente que lloraba su hijo, luego desaparecido durante la guerra, cuando le pasaba algo así. Hay, por cierto, otro momento previo en el que el hijo desaparecido en la guerra es evocado por un plano en el que unas cometas son líricamente batidas por el viento.
Teniendo todos los elementos del cine de Ozu (un argumento lleno de esforzados casamenteros, planos repetitivos de insólitos ángulos de visión muy secundarios de estancias, utilización constante del fuera de campo para ceder conciencia espacial al espectador, etc.), este “Bakushu” es, a mi entender, una muy especial película dentro de su filmografía. Anoto unas cuantas de las razones que me la hacen verla de este modo:
-Se inicia con un plano aparentemente muy de Ozu, con, en el horizonte, el mar, pero quien contempla ese horizonte no es un matrimonio o una pareja reflexionando (eso llegará, es verdad, más tarde), sino un perro sin amo.
-Justo después entramos en un curioso mundo sonoro, con unas jaulas de pájaros... y el taller donde trabaja el abuelo. Y de ahí, con una vivacidad no habitual en Ozu, normalmente más preocupado en dar sólo un par de pistas impresionistas de la acción, vemos cómo se pone en marcha la organización de toda la casa familiar, antes de que los dos hermanos (Chishu Ryu y Setsuko Hara) vayan a sus respectivos trabajos. Esa incansable actividad enlaza con la posterior acumulación de niños en una habitación, jugando con un tren miniatura.
-Frente a estos momentos de congestión y gran actividad destacan unas cuantas subrayadas escenas de serena pero tensa reflexión -el padre de Noriko, conmocionado por la repercusión de una noticia que ha recibido, se sienta en la carretera con la barrera bajada, mientras un tren se cruza tras la barrera a toda velocidad- o de introspectiva contemplación del pánico -caras con silenciosas muecas contrariadas de la madre ante la constatación de la Ida de su hijo a una ciudad lejana-.
-He quedado sorprendido de la enorme cantidad de travellings que hay en la película, mientras que Ozu no es que no los emplee, pero suelen ser contados en sus films. Y a alguno de ellos se le puede sacar punta (significado) con bastante facilidad. He visto travellings en el teatro vacío que antes hemos visto repleto, en el interior del tren, mostrando la biblioteca repleta de libros del doctor, siguiendo a los niños fugados de casa a la orilla del mar, con la madre -reflexiva- en el médico, el que sigue a Noriko y a su cuñada en la orilla de la playa tras una preciosa grúa que las ha perseguido por la duna y otros más que no recuerdo, aunque los había apuntado en la libretita pero, como me suele pasar, ahora no consigo descifrar la letra.
Desciende desde la duna en la que estaba sentada con su cuñada y se dirige a la orilla.

Cambio de plano para captar su grito.

Y aquí se inicia un nuevo travelling.
-Sorprende aquí Chishu Ryu haciendo un papel de relativamente joven cuando sólo tres años después, en la famosa "Cuentos de Tokio", hará de anciano, casado con una mujer interpretada por la que en esta película, si no me equivoco, hace precisamente el papel ¡de su madre!
-Pero es que aún sorprende más ver a esa mujer increíble que debía ser Setsuko Hara, aquí como siempre afrontando todo lo que se le eche en cara con la más amplia de sus sonrisas... hasta que en un momento del film rompa en llanto, dejando ver, por vez primera, lo que se oculta tras esa eterna sonrisa.

Un fotógrafo profesional hace este retrato familiar. Luego Setsugo le hará hacer uno de sus padres.

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