viernes, 6 de diciembre de 2024

Szerelmem Elektra


Después de bastantes películas que hablaban de revoluciones o revueltas y sus correspondientes represiones, le debió resultar a Miklós Jancsó ya demasiado explotada la historia reciente, y echó mano de los mitos.
“Szerelmem, Elektra” (1974; anoche en la Filmoteca) sería una versión del de Electra, aunque no me acaben sus peripecias de casar del todo.
Su primer plano secuencia se inicia con el sonido de los cascos de caballos sobre tierra. No es su típico rondó porque, cuando la niebla que lo invade todo nos permite distinguir a los jinetes, éstos se dirigen en columna a una única dirección, la del escenario -una enorme planicie- en el que se desarrollará toda la película. Es ahí donde ya galoparan alrededor de todos los otros figurantes de esta colosal organización.
Quizás se distingue de las anteriores por su mayor número de danzantes, por sus coreografías más rítmicas y por unos vaivenes menos bruscos de los personajes.
El plano más espectacular, sin lugar a dudas, el del helicóptero rojo que se lleva y retorna a Electra y Orestes. Un anacronismo óptimo para dejar claras las intenciones de Jancsó, quien aprovecha para soltar una bella proclama -aunque se la lleve el viento- sobre el continuo reinicio de la historia.




El tirano, haciendo equilibrios encima de la enorme bola.



 

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