sábado, 21 de diciembre de 2024

Platinum Blonde


La despampanante joven soltera de la aristocrática mansión está agradecida al periodista, que no ha actuado con la bajeza que pensaba. Los vemos a ambos de perfil, a una distancia de un par de palmos. A su pregunta, él le responde, persuasivo:
-Hay algo que puede hacer por mi, querida
Entendemos claramente qué entiende por ello cuando vemos que ella se separa precavida de él un palmo más. Pero él continúa:
-Hace mucho que no he comido. No me iría nada mal probar algo.
Se siente el alivio de ella por su propuesta en que suelta una risotada y lo lleva a servirle algo de comer.
Tras Prime Vídeo ofreciendo en su plataforma las películas de Georges Cukor con Barbara Stanwyck de entre 1928 y 1932, ahora la buena noticia es que le sigue Movistar con el establecimiento de un canal dedicado a Frank Capra, que programa todas las películas -un montón- que rodó entre esas fechas, con o sin B. Stanwyck.
Todas interesantes, gozando de la frescura de estar hechas antes de que los productores norteamericanos acordaran seguir un código moral estricto de lo más pacato, hay unas cuantas en el paquete muy divertidas.
Hoy me he reído con bastantes cosas de esta “Platinum Blonde” (“La jaula de oro”, 1931), la película que ofreció su apodo a Jean Harlow, aunque, personalmente, la vea como un fallo de casting, porque es difícil hacerla pasar por señorita de finos modales de familia millonaria… Claro que lo que se deseaba era buscar su comparación con la verdadera heroína del film, la “Gallager” encarnada por Loreta Young.
La moraleja del film, algo reaccionaria, se hace evidente desde un comienzo pero, como digo, unas cuantas escenas, como el reflejo de la caída en el lujo asiático por parte del modesto periodista (cuestión de ligas) o la fiesta del gremio en la casa palaciega me han parecido francamente divertidas.

 

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