El viejo doctor de la isla, en uno de sus últimos servicios, vacunando a los niños de la escuela.
Dos niños han adoptado un cordero. Al fondo, el gran faro de la isla, donde hay ahora un museo de lentes y otros elementos de faros y donde se instaló el “Cine Epstein”, hoy sólo utilizado para alguna conferencia o cosas así.
La nueva maestra llega al viejo desembarcadero de la isla.
Y ocupa la casa del maestro, lo que da pie a esta bella (e imposible, en realidad) imagen, con las vistas del viejo faro en medio del mar.
Muchos directores se han interesado por las costas e islas bretonas para rodarlas en sus películas, con lo que pasan a ser, de forma impepinable, elemento protagonista suyo.
Entre ellos, dos serían claramente los más apegados a ellas: Jean Epstein y Jean Grémillon. Ambos han hecho películas en la isla de Ouessant. En TV5Monde (enlace abajo) ofrecen ahora, en VOSE, “L’amour d’une femme” (Jean Grémillon, 1953), que no conocía.
Cuando fuimos a pasar un par de noches en Ouessant fue siguiendo las huellas de Epstein, pero ésta, vista ahora, me ha hecho estar atento para intentar reconocer todo lo que vimos en la isla… más de 60 años después del rodaje. Evidentemente se reconocen aún los faros, tanto el enorme del oeste de la isla como el más antiguo y ahora abandonado, de esos metidos en el mar, al que deben ir en la película para una misión durante una tormenta, aportando así la típica escena que no podía faltar.
Pero también, y eso me ha hecho especial emoción, la plaza de Lampaul, la capital de la isla, con su forma triangular y su bifurcación en su base en dos calles, llevando la inferior directa a la iglesia… y al cementerio, que también aparece en la película.
No puede prescindirse de la isla (y de su cerrado ambiente, ese que va abriendo paulatinamente la médica que llega a hacerse cargo del puesto), para valorar la película, pero aún sin ella (aunque perdería para mi su principal atractivo), hay que admirar también cómo Grémillon plantea un tema que en el momento debía ser hasta rompedor, como es la lucha interna de una mujer que ha estudiado una profesión “masculina” como la medicina por combinarla con el amor, en una sociedad en que su papel se veía siempre supeditado al del hombre y a la maternidad.
La maestra conoce a un ingeniero a cargo de unas obras temporales en la isla. Un ingeniero que quiere acabar con malas costumbres viejunas del cerrado lugar, pero que tiene en su cabeza un viejuno concepto del papel de hombres y mujeres.
Encuentro en la plaza, centro de actividad de Lampaul.
El mar golpeando las rocas que rodean la isla. Hay que tener suerte si acudes a ella, porque en ocasiones la travesía puede hacerse penosa.
La escena que se espera.
Celebrando en el café local.
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