sábado, 2 de noviembre de 2024

Los desesperados

Una mujer llega al establecimiento militar de reclusión.

Donde se hacinan los reclusos, “los desesperados”, todos hombres del mundo rural, que se rebelaron ante su situación de pobreza.

Comida en el patio, con grilletes.

Aunque algún preso se escapara, sería blanco seguro de los disparos de los soldados en la amplia llanura, sin ningún obstáculo para refugiarse de las balas.


Me suelo colocar por las primeras filas de la sala para, captando toda la pantalla, tener una relación más intensa con la película. Anoche, en la Filmoteca, me sorprendí al ver que “Los desesperados” (Miklos Jancsó, 1966) ocupaba toda la amplia superficie de la pantalla de la sala grande, cuando no recordaba su formato tremendamente panorámico, que habría requerido una cierta distancia adicional.
Quiere eso decir que he vivido en mi persona con tensión todo el rebuscado sistema de represión empleado en un centro especializado localizado en medio de una enorme planicie húngara, donde sucede el trajín de los reclusos conducidos de un lado a otro, incitados individualmente a la delación, todo para descubrir y ajusticiar a los cabecillas de una revuelta contra la pobreza rural que se dio en el país en 1867.
Visualmente la película es impresionante, iniciándose con (no he encontrado por internet la imagen) una composición casi abstracta, con tres capas horizontales -cielo, los soldados alineados en la lejanía ocupando todo el ancho, y tierra-, y luego salidas a la amplia llanura donde evolucionan rondós de jinetes militares, las mujeres que vienen a traer comida para los reclusos y estos mismos. Pero ese tono machacón de represión y delación continuas, sin ventana alguna hacia aunque fuera una mínima esperanza, me acabaron pasando factura.
Claro está, cada uno puede interpretar sin ningún esfuerzo mental ese episodio histórico de revuelta y represión con la vista puesta en la situación húngara previa al periodo del rodaje





 

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