En una de sus giras.
Dos antiguos payasos del circo rememorando.
Preguntando para la serie a Tío Alberto.
La gasolinera de entrada a la ciudad, que contaba también con aduana, supermercado, y demás, todos regentados por niños, con su propio dinero y forma de gobierno.
Dos premisas y una conclusión previas:
1.-Ya desde crio, nunca me interesó lo más mínimo el Circo de los Muchachos. Quizás por eso me mantuve muy alejado de todas sus cuitas. Es más: diría que mi aversión al circo viene del rechazo que me daba ese en concreto, tan expuesto y alabado en televisión y prensa del régimen, compuesto por unos “muchachos” -luego creciditos- con dos o tres números justillos que altavoces y autoridades obligaban a aplaudir sin límite en una gran farsa, como una buena obra, llevados por un sacerdote con un discurso de poesía algo vergonzante de amor universal.
2.-Me interesan, y en general mucho, las cosas de Elias Leon Siminiani.
Conclusión: A la que he sabido que Siminiani (aunque firmando como Elias León) había hecho una serie sobre “La ciudad de los muchachos” (2024), como hice respecto a otras series suyas que trataban temas de los que también, en general, huía, no he podido sino correr a verla.
Es una serie de las suyas. Es decir:
-No sólo se ven en ella los resultados de su trabajo y del equipo, sino que lo hacen aparecer como parte integrante de la película. Por ejemplo: vemos a los investigadores principales dándole a la claqueta o elucubrando cuál puede ser su próximo paso, de la misma forma que se le ve a él controlando una grabación.
-Está llena de mapas y planos, así como de líneas del tiempo, con los que intenta ser claro en lo que va exponiendo.
-También de flashes de anticipaciones de lo que va a pasar, para ir manteniendo al espectador en la intriga de cómo se llegó a ello, y retrocesos en el tiempo para ir atando cabos en su mente.
Con su contemplación he sabido una serie de cosas que desconocía por completo:
-La fundación de una “Ciudad de los muchachos”, de la que sólo sabía su nombre, en Bemposta, cerca de Orense, en la que se recogían niños de familias de todo el mundo atraídos por una formación gratuita y su posibilidad de trabajo, incluso en un circo que viajaba por todo el mundo, recibidos y aupados por todo tipo de famosos.
-El sospechoso aire de secta que sus métodos de captación de sus familias y liderazgo imprimían a la “ciudad”, pese a ese “gobierno democrático” que instituyeron en ella y las ideas en teoría igualitarias que impulsaba su fundador.
-La actividad del cineasta semi-oculto Luis Revenga, quien estuvo preparando una serie y una película sobre el grupo, que nunca llegó a buen término.
-Su brutal declive final, con los enfrentamientos políticos y de todo orden que supuso (con la aparición estelar de los entonces gerifaltes gallegos Fraga y Baltar).
En un principio te das cuenta, viendo a los entonces niños -viejos ahora- exponiendo sus testimonios, que va tomando forma, como no puede ser de otra manera, de serie sobre el paso del tiempo.
Luego, con la intriga sobre su devenir y el estallido de todos los conflictos, tras recordar la pobreza, picaresca y locura intrínsecas de operaciones de esa ridícula época como la Operación Plus Ultra, ésta y alguna otra, se convierte en una mirada más, desconcertada, al esperpéntico mundo próximo que hemos vivido, y posiblemente seguimos viviendo.
Una observación final: Si las series -y películas- de Siminiani ya son de por sí muy fragmentadas, al verla en la plataforma Prime Vídeo para pobres en que la he podido ver yo, los anuncios que irrumpen cada x minutos la fragmentan aún más, al tiempo que ayudan a perder el hilo, que la serie intenta recomponer con repeticiones que lastran, a mi entender, un poco el conjunto. Tengo la impresión que si hubiera hecho un largometraje con ella, en vez de una serie, a parte de que me hubiera zampado menos anuncios, el resultado hubiera sido mucho más redondo.
Reunión del “gobierno” de la ciudad.
El padre Silva, fundador de la cosa.
Uno de los mapas explicativos de Siminiani.
Fraga tuvo un enfrentamiento brutal, de los suyos….
Con el Padre Silva. Se cruzaron regalos de todo tipo.
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