Ayer, presentando a Conchi Barquero y Alejandro Alvarado antes de la proyección de su “Caja de resistencia”.
L’Alternativa 2024.
En 1980, Fernando Ruiz Vergara hizo un primer largometraje en su tierra. “Rocío” documentaba la famosa romería, pero incidía en sus organizadores, una Hermandad “de toda la vida”. Uno de sus miembros, al saber su nombre asociado en la película a muertes descontroladas durante la guerra civil, la denunció. Tras una serie de pleitos, el Tribunal Supremo ordenó el corte de la secuencia citada, y el documental se convirtió en la primera película censurada una vez abolida la ley franquista.
Ruiz Vergara se fue a vivir a Portugal hasta su muerte, sin que nunca pudiera acabar ninguno de los proyectos cinematográficos que tuvo.
Alejandro Alvarado y Conchi Barquero, andaluces, pero que estudiaron cine en Barcelona el 1999/2000, fueron a visitar a Ruiz Vergara poco antes de su muerte. Los recibió, como puede verse en la película que se pasó ayer en el Teatre del CCCB con su presencia, “Caja de resistencia” (2024), con una mascarilla de oxígeno, renegando por “tanta cosa que hay por hacer y no puedo” . Una vez ya fallecido, analizaron todos sus proyectos abortados por una causa u otra y decidieron darles alas, hacerlos volar en esta película.
Se inicia ante una tumba, la del realizador, en un pequeño cementerio. De ahí, pasamos a unos subterráneos llenos de latas de películas y una moviola, en la que corre “Rocío” con su registro de corte por orden judicial. Y, a partir de ahí, vamos siguiendo la relación y comentarios de los proyectos dejados por Ruiz Velasco. De unos cuantos de ellos vemos lo que han hecho Alvarado / Barquero a partir de lo encontrado.
El primero de estos casos -y para mí uno de los más interesantes por cómo lo han resuelto, es el de “Otelo a Presidencia” un documental siguiendo la candidatura de Otelo Saraiva de Carvalho a la presidencia portuguesa. Se conservan unas cuantas escenas de masas, con pancartas e imágenes del coronel dirigiéndose a ellas gracias a un micrófono instalado en la Plaça do Comerço lisboeta. Sigue la entrevista que consiguieron del candidato y, además, la pareja de cineastas acude de nuevo a la Plaça de Comerço. En vez de las masas del reportaje previo, captan ahora turistas visitándola. En vez de las proclamas de Otelo, los increíbles comunicados de los guías a sus clientes. Así ha virado la cosa… Como colofón, quizás para que no quede tan mal sabor de boca ante tal fracaso, un coro canta con convicción, en una plaza, una canción que habla de “Cambiar la ciudad… para cambiar el mundo entero”.
La segunda película de Ruiz Vergara que hacen vivir es “Guadalquivir”. Procedía de un intento de establecer un noticiario andaluz al estilo el que por esos años se hacía en Cataluña, abierto a muchos cineastas diferentes. Ruiz Vergara se centró en la vieja embarcación que salía en “Las dos orillas” (Juan Sebastián Bollaín -amigo y compañero suyo en la cooperativa de cineastas andaluces-, 1987) y quiso convertirla en una “Casa para todos”.
La tercera película a abordar para darle alas es “Una sardina para tres”, un proyecto que tenia sobre las minas de wolframio en Panasqueira, en tiempos la más grande europea. Aquí Alvarado y Barquero se lanzan a una animación futurista dibujada sobre el mismo esqueleto de la mina, hoy prácticamente abandonada, intentando interpretar un abstruso texto de Ruiz Vergara que nos es leído previamente.
En la cuarta, “La Huelva y La Huelva”, en la que quería analizar los fusilamientos y enterramientos en fosas en Almonte, de los que registró para unas doscientas personas. Ruiz Vergara quería que Alvarado y Barquero volvieran a incidir en El Rocío. No lo hicieron, pero, en cambio, “volvieron” ahí al lado, a Almonte, donde se estaban identificando los restos mortales de todos esos fusilados.
La inacabable relación de víctimas de Alamonte cierra la película, y está bien así, porque como el coro del primer ensayo, pese a lo trágico, esa tozudez en la exhumación de los cadáveres y su identificación, esa reivindicación de dar luz a sus nombres, levanta un poco el ánimo ante ese relato del perpetuo fracaso, de la insatisfacción personal y colectiva que es, en verdad, conscientemente, la película.
No he encontrado ninguna imagen de Otelo Saraiva de Carvalho dirigiéndose a sus partidarios como candidato a las elecciones, por lo que sustituyó la imagen por ésta del 25 de abril.
Francisco Ruiz Vergara en uno de sus proyectos. Por el casco de barco que parecen tener detrás entiendo que debe tratarse de “Guadalquivir”.
El coro, bien arropado, cantando en la plaza “Cambiar la ciudad… para cambiar el mundo entero”.
En la mina, iniciándose el desvarío de animación.
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