sábado, 30 de noviembre de 2024

Sans queue ni tête


Dos almas gemelas por su ocupación, en circunstancias vitales, además, similares. Él psicoanalista en crisis personal y en proceso de separación de su mujer -también psicoanalista: salen un montón- que recibe a pacientes a cada cual más delirante. Ella (Isabelle Huppert) prostituta chic, que quiere dejar su medio de ingresos, y a su vez recibe clientes pirados, que exigen unas actuaciones teatrales muy especiales.
Los dos están condenados a encontrarse. Ambos acaban trabando contacto con otro personaje fundamental, un psiquiatra (Richard Debuisne, también co-guionista, junto a la realizadora, del film), en un papel de auténtico ángel viviente.
Me he llevado una sorpresa muy agradable con esta “Sans queue ni tête” (Jeanne Labrune, 2010), tanto por su arquitectura de guión -hecha la salvedad de unas pocas salidas de tono- como por su realización, con encuadres muy bellos y eficaces y unos cambios de secuencia con cortes bruscos que conducen y hacen rodar muy bien la trama.
Leo en Wikipedia que Richard Debuisne (el intrigante Pierre Cassagne del film) murió de cáncer al año siguiente. Ayudante de dirección de -entre otros- Jean Luc Godard y Jean Pierre Mocky, fue luego actor y pareja de Jeanne Labrune, realizadora con la que co-escribió unos pocos films, entre los cuales éste. A ver si por casualidad se encuentran los otros tresjj (difícil), para ver si reafirmo o considero algo pasajero la impresión de anoche.
Por si alguien no tiene instalada la plataforma TV5Monde, aquí el enlace libre a la película en VOSE:




 

jueves, 28 de noviembre de 2024

La fealdad en Cultura Film (Revista Filmada)

Un responsable de la Filmoteca, presentando a Javier G. Guerra.

Ayer no volví en la Filmoteca a la asegurada belleza de los siete planos secuencias de “Salmo rojo” para adentrarme en la fealdad de la mano de Cultura Film (Revista Filmada).
Para quien no conozco esa iniciativa de Javier G. Guerra, que ha alcanzado con ésta ya su décimo número, se trata de una “revista cinematográfica”, al modo de las que que idearon los neorrealistas en su inicio, compuesta por obras de diferentes autores que acuden con su película a la llamada de un tema concreto -la fealdad en este caso- con el único requisito de que la pieza se ajuste mínimamente al tema planteado y no supere los cuatro minutos. En el peor de los casos la variedad y desnivel entre las piezas presentadas puede hacer pensar en las antiguas sesiones de festivales de S8mm, que abarcaban desde insoportables muestras de lo peor del cine amateur hasta alguna obre magnífica, precursora de una interesantísima carrera posterior de quien la hubiera hecho.
Antes de esto, la revista se especializó en entrevistas a grandes realizadores de cine. Basta ver en su carátula los rostros de los que fueron pasando por ella para entender por dónde iba el gusto de sus padrinos, al que no haría yo ningún asco.
Pero vayamos a la sesión de ayer. En general, por lo que vi, pocas eran las piezas de la revista que se planteaban mostrar voluntariamente la fealdad, siendo mayoría la que ponían en duda el concepto o lo asumían, pero en su aspecto conceptual.
Entre los cortos proyectados, los que recuerdo me interesaron más fueron, por diferentes razones, los siguientes. Advierto que puedo errar en algún nombre, porque la sesión no ofrecía ningún programa detallado impreso:
-Lucía Delicado entendió la fealdad en algo que suele dar un enorme asco: “Descomposición”. ‘Footage’ de varios films (sorprendentemente ninguno, por lo que capté, de Peter Greenaway) que registran el proceso de diferentes elementos orgánicos. La autora niega la mayor, haciendo aparecer de un animal en acelerada e intensa descomposición unas flores… que a continuación se pasan, pudren y reinician el proceso.
-Lidia Pérez tuvo en el coloquio final de la sesión una intervención muy divertida y totalmente modesta, quitando hierro a cualquier cosa de valor que pudiera haberse visto en su pieza. Sin embargo, titulándola “Amic meu” (“Mi amigo”), da pie a interpretaciones que, además de hacer reír como hizo al auditorio, permite encontrar la fealdad en un comportamiento. Todo gira alrededor de una serie de amigos en un acantilado, intentando convencer a uno de ellos, muy dubitativo, para que se lance a un bastante enfurecido mar. Pero bueno: parece que Lidia Pérez solo ve la fealdad en la pose exhibidora de los saltadores, la testosterona y demás.
-Albert Alcoz, en su divertida pieza, visita el zoo y filma el que cree el animal más feo de la colección, en “Colao Terrestre”. Si no sale muy bien -se dice-, por lo menos habré filmado.
-El corto de Alejandra de la Peña, “Interrupciones”, aunque no acabé de entender por dónde muestra la fealdad, centrado en el proceso de fotografiar a una modelo, se ha de decir que logra imágenes en blanco y negro muy atractivas.
-“384.000” (o algo parecido), de Nuria Amat y Nuria Malen, muestra inicialmente una serie de extrañas texturas, con una banda sonora de interferencias radiofónicas, que sólo avanzando su metraje y planos llegamos a entender que se tratan de visiones de zonas de la Tierra desde satélite. Y es al leer la relación final de sitios mostrados que deduces son zonas negras en la historia reciente, que muestran la fealdad de la raza humana. Este corto, desde mi punto de vista uno de los más interesantes mostrados, nos dijeron sus realizadoras en el coloquio que estaba hecho únicamente a través de una selección y montaje de imágenes de Google Maps.
-Guillermo Amengual también decide asegurarse el impacto robando imágenes de grandes obras maestras del cine. Con sobreimpresiones con la letra que Godard empleaba en sus “Histoire(s) du Cinema”, va comentando una historia de la fealdad a base de planos bellos y contraplanos protagonizados por rostros deformes, pero son de tan grandes películas que la susodicha fealdad queda, claramente, en entredicho.
-El coloquio quedó desbordado al tocarle a Jordi Siscart y Lucia ?, los de “Fluid genders”, y ellos señalar que su pieza, con unas imágenes muy impactantes por su calidad técnica, que combinaba dos caras de mujer con unos fluidos de colores circulando por encima, estaba realizada gracias a una herramienta nueva de Inteligencia Artificial, que generaba imágenes a partir de los textos que se introduzcan. Aunque parecían señalar que introducían la fealdad por un trozo negro de pantalla (que la verdad no había observado), la gran discusión con el público vino por la candente cuestión de los derechos de autor económicos y morales.
-Noah Candela rodó lugares bellos de Islandia que una ruptura personal que explica en sus diarios les extrajo radicalmente toda su belleza.
-Chiara ?, en “Grotesc però sentimental”, dispuso de su Nápoles natal para hacer ver que, a veces, la fealdad y la belleza están íntimamente unidas.
-Enric Miró, que confesó que presentó “Ma jolie Louise” porque estaba muy liado, sin tiempo para preparar algo más personal, se valió de un doble robo (footage, le llaman) para hacer la, para mi, mejor pieza de toda la sesión. El mérito se debe -él no ha generado ninguna imagen nueva- a una escena de “La Bella y la Bestia” de Jean Cocteau, en la que una y otra discuten sobre el concepto de fealdad, y a la mano de Enric Miró para finalizarla con la ahí rompedora canción de Daniel Lanois (tercera autoría de mérito) que lleva el título de la película.
Alguien preguntó, al final, que para cuando sería la onceava Cultura Film (revista filmada). Mejor dar tiempo al tiempo. Con sus desequilibrios, da gusto ver que toda una tropa de gente muy diferenciada, generalmente muy joven, ve aún que pueden expresar algo mediante este medio (y no digo cuál, porque me parece que además de poner “con su cámara” debería añadir otros aparatos, incluido “su ordenador”.

Toda la basca de realizadores de la revista que, con amigos y conocidos, se presentó en la Filmoteca.

J. G. Guerra con Núria Amat y Núria Malet.

Costó entender que estaban diciendo que habían hecho su corto mediante la Inteligencia Artificial. Y ahí fue Troya.


 

l segreto dil bosco vecchio


No iba a escribir nada de “Il segreto dil bosco vecchio” (Ermanno Olmi, 1993), que pasaron anoche en la Filmoteca, porque aunque sabía que estaba basado en un relato de Dino Buzzati, no pensaba que se tratase de un cuento infantil, con animales hablando entre sí y cosas así: la proyección de sus 134 minutos se me hizo dificilísima de soportar.
Pero, en cambio, sí que me gustaría dejar escrita la idea que me insertó en la cabeza su escena final, que aunque no creo que nadie de su enfervorizado y vencido público de anoche interpretaran como hice yo, me da la impresión que, abandonando el didactismo diáfano de toda la versión del cuento previo, entraba en alturas mucho más elaboradas y punzantes.
Esa idea me surgió, eso lo tengo claro, gracias a conocer su emotivo último largometraje de ficción, “Torneranno i prati” (2014), dedicado a la memoria de su padre, quien fue uno de esos desgraciados que, inocentemente, con la inconsciencia total de una juventud manipulada, corrió a ir a combatir a los servios en las montañas en la primera guerra mundial, como si se tratara de un juego, sin pensar ni por un minuto en el desastre, sufrimiento y -en enorme cantidad de casos- muerte que se iba a cebar con ella.
No va cantando, ni mostrando alegría alguna, el batallón de soldados que, en larga formación en columna con fila de a cuatro, marcha por el camino en medio del valle nevado junto al bosque de la película vista ayer. Pero es de noche, avanzan decididos y está claro que se dirigen hacia el frente (la película está ambientada en esa misma época, la de los años de la Primera Guerra Mundial). El narrador concluye en ese momento su cuento, hablando de la confianza esperanzada en un nuevo día, y palablas floridas de ese estilo. Exactamente el tipo de cantinelas poético-patrióticas bajo las que iban todos esos jóvenes a hacer de carne de cañón y de víctimas del frío.
Apostaría que al filmar eso Olmi ya estaba pensando en los de “Torneranno i prati”. Lo que, para mí, eleva la película, por un momento, a más altas cotas de reflexión y emoción.
(Como sea que no he dado con fotograma alguno de la escena en cuestión, para ilustrar estas líneas cuelgo una fotografía de algo similar, si bien de otro lado muy diferente)

 

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Paul Sánchez est revenu!

La novata y el veterano comandante de la comisaría en un momento de represión del segundo al primero. Tras la ventana, una habitante que viene a denunciar algo sin que le hagan caso.

La alegre muchachada de la comisaría.

El alterado hombre a batir.

Salvo una sobre caballos -la primera suya que vi- que para mí no tiene salvación y me dejó sin entender nada sobre su fama en ciertos ambientes críticos, cada nueva película que veo de Patricia Mazuy me explica las razones que antes no me alcanzaban.
Anoche fue la visión de “Paul Sánchez est revenu!” (2018), una rareza cuyo género cuesta hasta discernir. ¿Será un polar? ¿Una comedia? ¿Una sátira? ¿Quizás un acertado apunte sobre el nivel de tensión de nuestra sociedad? Seguramente una mezcla de todo eso, pues varios aspectos apoyarían cada una de esas asignaciones, y otros más.
La localización de la acción de la película es importante. Se trata de una zona alrededor de una carretera de servicio que conduce de la Provenza a la Costa Azul. La primera escena tiene lugar en el aparcamiento de una estación de servicio en la que hay una pelea, porque un tipo cree haber reconocido en su adversario a Paul Sánchez, fugitivo desde hace diez años de la comarca, tras haber matado a su mujer e hijos.
Está claro que Paul Sánchez es la asignatura pendiente en la comisaría de la zona, protagonista en buena parte de la función. Por momentos la película toma cartas como parodia del grupo de policías claramente “de provincias”. En ella se cruzan diferentes habitantes que denuncian cosas diversas, a los que nadie hace caso debido al permanente lío organizativo. Aparte de otros números que hacen bulto y ayudan al follón residente de forma perpetua en la comisaría, dos destacan: el experimentado comandante, que se cree de gran astucia, y la novata, que lleva varios asuntos gafados en su haber y quiere resarcirse.
Luego está ese hombre absolutamente pirado, que llama al periodista local presentándose como Paul Sánchez y sembrando la comunicación y la zona de despropósitos. Tras sus fechorías se refugiará en una bauma de una montaña calcárea con un río a sus pies, lo que más tarde dará por momentos, por si no fuera suficiente, consistencia de western a la película.
Lo que queda claro es que lo que la película consigue es, primero, despistar, y luego, arrastrar, hasta dejarte con la cabeza dando vueltas, ya totalmente convencido de haber asistido a la singular pieza de la que hablaba al principio.


Ascensión hacia la bauma.

En la colina, en uno de los momentos western
 

martes, 26 de noviembre de 2024

El príncipe renacentista



“El príncipe renacentista” (Emily Louisa Millán Eide, 2023; 58 minutos; en Filmin) sigue el crecimiento de un superdotado pintor noruego que, con 15 años, sorprendió por el estilo clásico de sus cuadros, hasta su aceptación, con 19, en el Salón de Otoño de Oslo, se ve que el lugar de consagración de todos los pintores noruegos desde el siglo XIX.
Creo puede interesar a los que atienden a temas de pintura. En el mismo documental se ve a nuestro joven, inadaptado y soberbio (de poseedor de soberbia) pintor en una atípica escuela de pintura, la de Odd Nerdrum. La curiosidad me ha vencido y he acudido a Google. La última imagen corresponde a un cuadro de este último pintor. Como podrá observarse, nos movemos por seguidores de Caravaggio y Rembrandt, nada menos.
Para los no interesados en el arte, “El príncipe renacentista” toma también, de tanto en tanto, el papel de la madre del pintor, indecisa entre darle alas y su instinto protector.


 





La ciudad de los muchachos

En una de sus giras.

Dos antiguos payasos del circo rememorando.

Preguntando para la serie a Tío Alberto.

La gasolinera de entrada a la ciudad, que contaba también con aduana, supermercado, y demás, todos regentados por niños, con su propio dinero y forma de gobierno.

Dos premisas y una conclusión previas:
1.-Ya desde crio, nunca me interesó lo más mínimo el Circo de los Muchachos. Quizás por eso me mantuve muy alejado de todas sus cuitas. Es más: diría que mi aversión al circo viene del rechazo que me daba ese en concreto, tan expuesto y alabado en televisión y prensa del régimen, compuesto por unos “muchachos” -luego creciditos- con dos o tres números justillos que altavoces y autoridades obligaban a aplaudir sin límite en una gran farsa, como una buena obra, llevados por un sacerdote con un discurso de poesía algo vergonzante de amor universal.
2.-Me interesan, y en general mucho, las cosas de Elias Leon Siminiani.
Conclusión: A la que he sabido que Siminiani (aunque firmando como Elias León) había hecho una serie sobre “La ciudad de los muchachos” (2024), como hice respecto a otras series suyas que trataban temas de los que también, en general, huía, no he podido sino correr a verla.
Es una serie de las suyas. Es decir:
-No sólo se ven en ella los resultados de su trabajo y del equipo, sino que lo hacen aparecer como parte integrante de la película. Por ejemplo: vemos a los investigadores principales dándole a la claqueta o elucubrando cuál puede ser su próximo paso, de la misma forma que se le ve a él controlando una grabación.
-Está llena de mapas y planos, así como de líneas del tiempo, con los que intenta ser claro en lo que va exponiendo.
-También de flashes de anticipaciones de lo que va a pasar, para ir manteniendo al espectador en la intriga de cómo se llegó a ello, y retrocesos en el tiempo para ir atando cabos en su mente.
Con su contemplación he sabido una serie de cosas que desconocía por completo:
-La fundación de una “Ciudad de los muchachos”, de la que sólo sabía su nombre, en Bemposta, cerca de Orense, en la que se recogían niños de familias de todo el mundo atraídos por una formación gratuita y su posibilidad de trabajo, incluso en un circo que viajaba por todo el mundo, recibidos y aupados por todo tipo de famosos.
-El sospechoso aire de secta que sus métodos de captación de sus familias y liderazgo imprimían a la “ciudad”, pese a ese “gobierno democrático” que instituyeron en ella y las ideas en teoría igualitarias que impulsaba su fundador.
-La actividad del cineasta semi-oculto Luis Revenga, quien estuvo preparando una serie y una película sobre el grupo, que nunca llegó a buen término.
-Su brutal declive final, con los enfrentamientos políticos y de todo orden que supuso (con la aparición estelar de los entonces gerifaltes gallegos Fraga y Baltar).
En un principio te das cuenta, viendo a los entonces niños -viejos ahora- exponiendo sus testimonios, que va tomando forma, como no puede ser de otra manera, de serie sobre el paso del tiempo.
Luego, con la intriga sobre su devenir y el estallido de todos los conflictos, tras recordar la pobreza, picaresca y locura intrínsecas de operaciones de esa ridícula época como la Operación Plus Ultra, ésta y alguna otra, se convierte en una mirada más, desconcertada, al esperpéntico mundo próximo que hemos vivido, y posiblemente seguimos viviendo.
Una observación final: Si las series -y películas- de Siminiani ya son de por sí muy fragmentadas, al verla en la plataforma Prime Vídeo para pobres en que la he podido ver yo, los anuncios que irrumpen cada x minutos la fragmentan aún más, al tiempo que ayudan a perder el hilo, que la serie intenta recomponer con repeticiones que lastran, a mi entender, un poco el conjunto. Tengo la impresión que si hubiera hecho un largometraje con ella, en vez de una serie, a parte de que me hubiera zampado menos anuncios, el resultado hubiera sido mucho más redondo.


Reunión del “gobierno” de la ciudad.

El padre Silva, fundador de la cosa.


Uno de los mapas explicativos de Siminiani.

Fraga tuvo un enfrentamiento brutal, de los suyos….

Con el Padre Silva. Se cruzaron regalos de todo tipo.
 

domingo, 24 de noviembre de 2024

Felicidad suplente


Las grandes planicies de la Provincia de Buenos Aires desde el primer coche.

Los números, estadísticas y probabilidades de las elucubraciones que va anotando en su libretita el director.

Vemos, en el minuto cero, al actor y a la gran avenida de Buenos Aires, y cuando aparece el rótulo “Una película de Gonzalo García Pelayo” ya lo crees hasta redundante: “Felicidad suplente” (2024) está claro que es suya, en unas formas y entorno que ya ha hecho suyos y, para corroborarlo, no hace falta más que dejar a Martín Aletta cruzar la Avenida 9 de Julio, para que surja entonces en la banda sonora la guitarra y la voz de Fernando Arduán, para mí uno de los grandes descubrimientos de “Alegrías de Cádiz” (2011, la película que nos devolvió a GGP al cine), con unas preciosas música y letra de canción suya: “Yo he visto desenterrarse las amapolas, para volverse a plantarse solas, cerquita de mi balcón…”
Martín Aletta hace de director indeciso con la película que empieza a pensar. En esta fase especulativa hacen la aparición las matemáticas tan recurridas por GGP, tanto en forma de estadísticas aportadas por su huidizo mentor -quien quiere acabar con sus dudas con el sólido valor de los números- como en el de las probabilidades que va calculando el conductor y el mismo director en su cuaderno durante el viaje que emprende en busca de localizaciones y actores.
El viaje, la búsqueda, lleva buena parte del metraje, lo que da pie a muchas escenas en que, desde interior del vehículo, vemos de fondo las enormes planicies de la Provincia de Buenos Aires.
Inicialmente el viaje con sus compañeros el filósofo Juan (Juan José Vidal, que atemoriza a Ezequiel, el director, debido a la confusión que le aportan sus continuas reflexiones) y Javier (Javier García Pelayo, con un parche de estar por casa para dar más fiereza al rostro de un personaje sin embargo encantador, que siempre lo acepta y está de acuerdo con todo) es en un coche pequeño. Un año después, ya para ejecutar el rodaje, es en una camioneta, lo que, aunque se añade a la expedición la productora (una magnífica, muy en su papel, Fernanda Berkovich), permite planos menos fraccionados.
En el primer viaje ha habido tiempo para la genial aportación de Juan tanto de la “serendipidad” como la de la teoría del subjuntivo, en su afán por entender y dar forma mental a la idea de la película. También a un casting con imagen compartida de dos candidatas, profundizando que siempre se trata de la elección -voluntaria o no- entre dos caminos, en esas bifurcaciones insospechadas que ofrece la vida. En el casting todo apunta a que la actriz de la derecha es la más adecuada para el papel, pero ha surgido la atracción irrefrenable del director por la de la izquierda… Ya lo dice el conductor filósofo: “Vas buscando una cosa y encuentras algo mejor”.
Y luego todo sigue esa idea esencial: en busca de narrar una historia sobre un suceso imprevisto, que podría llegar a cambiarlo todo, se topan con varios. Eso es la vida.
Una comedia divertida, pero con un fondo de aceptación de los avatares de la vida que la eleva, seguro, entre las tropecientas películas que ya ha hecho y está haciendo en los últimos años Gonzalo García Pelayo. Bien pensado, esa idea base que se aprecia en ella puede ejemplificar su empeño en este periodo: buscando en este caso una comedia argentina… da con toda una filosofía personal de vida.
Una cosa más: a la feliz arquitectura de la película hay que añadir el acierto de la intervención de Fernando Ardúan. La música y canciones de Ardúan, interpretadas por él mismo o por otros (hay una central, bellísima, que canta muy bien una mujer), marcan un tono, te conducen a la alegría por una vida que, ¿por qué no?, podría ser plena.
Por un tiempo la película se podrá ver gratuitamente en este enlace, donde GGP va colgando todas sus películas:

El casting.

En el segundo viaje, Juan, La productora y Javier. Lo que no sé si pensar es si lo del collarín del primero es otra idea de guión sobre un imprevisto más a sufrir por la tropa y película o fue un imprevisto con el que se encontró realmente el rodaje de “Felicidad suprema”.

Todas las piezas ya colocadas felizmente en su sitio.
 

sábado, 23 de noviembre de 2024

Agnus dei


En la primera escena de “La confrontación” (1969, que con sus repetitivas y muchas sosas canciones no me acabó de convencer pese a sus coreografías y monumental escenario), Miklós Jancsó puso un primer plano de la nuca, a lo Hitchcock, de una chica. A partir de ahí la cámara se ponía en movimiento para seguirla y luego ya iba en libertad en búsqueda de otros puntos de interés.
En “Agnus dei” (1971, anoche en la Filmoteca, donde volverá a pasarse el viernes 29) la cámara ya se pone inicialmente en movimiento sin necesidad de nadie a quien seguir, para no parar en todo el tiempo. Como siempre en Jancsó, seguirá entonces al primer personaje o grupo de personajes de su interés, hasta que se cruce con otro u otros que le suscitan más aún y seguirá sin parar su movimiento con ellos. Y así sucesivamente, hasta el final.
Estas coreografías dan juego aquí a un relato alegórico, con elementos muy simbólicos, sobre una rebelión -se supone que de “rojos”- que tuvo lugar en Hungría en 1919. Llegamos a ver en la trama su final, cómo se sofoca y fracasa, el triunfo de los realistas que dicen han alcanzado ya la paz para siempre (así lo explica una canción que entonan) y la subida de un nuevo líder que parecía más humano pero que acaba con todo en una orgía de violencia y de sangre.
En cada fase de este proceso vemos en cada bando, que van mostrando alternativamente su dominio sobre el otro, en un vaivén constante, a personajes exaltados y a otros conciliadores.
Tres sacerdotes, de diferente carácter, aparecen, pero hay uno, especialmente, que se erige en eje central de todo. Se trata de un cura ultramontano, fanático es poco, totalmente repulsivo, que atemoriza e incita a las mayores salvajadas, temeroso de Dios. De tan acentuado que está mostrado su carácter, me hizo anoche bastante gracia. Cuando ésta muy acalorado, sabiéndose que eso le provoca una crisis no sé si epiléptica, corre a remojarse.
Estoy siguiendo el ciclo Jancsó hasta ver en qué momento el interés de su cine caía en picado, hasta llegar a ciertos esperpentos del final de su filmografía. Creía que eso iba a pasar a partir de “La confrontación”, por lo que ya no confiab