miércoles, 29 de enero de 2025

Ejercicios escolares de Helena Lumbreras

Pablo La Parra y Sonia García López en la presentación inicial de la sesión. Sorprendentemente, había un público bastante joven, mayoritariamente femenino. Me parece que procedía del mundo de la enseñanza, tras divulgarse que inicialmente Helena Lumbreras había trabajado en ese área.

Debía ser 1975. Me encontraba trabajando para la causa, yo solo, en la flamante oficina del cine-club, que desde hacía un año nos habíamos agenciado ocupando el antiguo despacho del Sr. García, el bedel de la 4ª planta de la Escuela de Ingenieros.
Llamó y entró una chica, con una lata de películas de 16mm bajo el brazo. Se me presentó, estuvimos hablando y nos pasamos su película, que resultó ser “El campo para el hombre” del Colectivo de Cine de Clase, a la sazón formado -pero entonces no se divulgaba- por ella, Helena Lumbreras, y por Mariano Lisa. Le dije que sí, que nos interesaba, y programamos proyectarla próximamente.
Más tarde vi otras películas suyas de esta época militante y que era ella quien aparecía con belleza deslumbrante en alguna de Llorenç Soler, que le había hecho de cámara cuando vino de Italia, enviada por el PCI, para rodar “España 68. El hoy es malo, pero el mañana es mío” (1968) y había mantenido una relación un tiempo con ella.
Con estos antecedentes, acudí el pasado martes a la Filmoteca, pues le dedicaban una sesión con sus primeros cortometrajes, que desconocía. Fui con Martí Rom, quien más tarde habia distribuïdo las peliculas del Colectivo de Cine de Clase en la Central del Curt, una distribuïdora ilegal de todo este tipo de material, que mantuvieron funcionando hasta 1982.
Se trataba de una sesión que inauguraba un nuevo ciclo, “Afins” (Afines) que, según el nuevo director de la Filmoteca, Pablo La Parra, pone el foco en un cineasta y explora y despliega sus referentes y afinidades. También que las sesiones de esta sección serán siempre proyecciones “con algo más”
Sonia García López (Universidad Carlos III) fue la encargada de aportar este “algo más”. Como ella misma se encargó de explicar, además de su charla introductoria del personaje, como la sesión constataba de cuatro cortometrajes de Helena Lumbreras y los tres primeros no tenían banda sonora, se iban a pasar con ella leyendo unos textos escogidos por su proximidad temática con lo que se veía en pantalla.
Esos tres cortos iniciales, “A los toros” (1960), “El telegrama” (1961) y “El primer día” (1962), y aquí vienen mis dudas sobre la oportunidad de que fueran precisamente esos los que inaugurasen, precisamente, la nueva sección, resultaron ser ejercicios, ni siquiera proyectos de curso del IIEC -luego la EOC- de Madrid. Es decir: Es como si para poder valorar la obra de un escritor, se analizase la redacción que le hicieron efectuar un determinado día de sus estudios.
No digo que esos trabajos no puedan tener su interés para los investigadores pero, francamente, no veo tengan entidad suficiente como para encabezar la primera sesión de un ciclo sobre una cineasta que está adquiriendo en ambientes académicos una revalorización importante.
Esos medios “académicos” (por donde circulan una masa ingente de investigadores que en los últimos años se han graduado en las ahora numerosas instituciones que ofrecen enseñanza sobre cine (cuando en tiempos de Helena Lumbreras sólo se podía estudiar cine en la Escuela Oficial de Madrid), buscan en los tiempos que corren dar con un ámbito de cine poco explorado. Helena Lumbreras era, en este sentido, un objetivo bien goloso, sumando al poco conocimiento sobre ella hasta el momento lo de tratarse de una mujer en un mundo del cine entonces casi totalmente masculino y, además, el tener unas ideas muy rompedoras para su época social y políticamente.
Como dijo otro amigo con el que también estuvimos, en la sesión fue más importante “el farcit que el gall” (el relleno que el gallo, una expresión muy usual de por aquí para cuando se revela de más entidad el envoltorio que el objeto en sí). Es verdad que los cortos proyectados, muy elementales (tanto por los escasísimos medios que contó para hacerlos como por su factura cinematográfica) tenían hasta protagonismo de mujeres con una independencia y usos sociales muy avanzados para la época, como bien se encargó la ponente de decir por su boca o por medio de los textos de Concepción Arenal y otros, pero eso no basta.
Únicamente el cuarto corto, “España” (1964), éste sí práctica de curso del Centro Sparimentale di Cinematografia de Roma, en el que Lumbreras acabó graduándose, después de una escena que más tarde se hizo típica, en la que un profesor de colegio español hace recitar en la clase, ante un mapa físico de la Península y un retrato de Don Claudio los nombres de los principales ríos españoles, contenía una cortísima escena -el niño huido de la clase, yendo minúsculo por un enorme paisaje desértico, me trajo el aroma de ciertas escenas de películas de Pasolini.
Está muy bien investigar y sacar a la luz obras que por diferentes circunstancias se han mantenido ocultas a los ojos de un público que hoy las puede ver con redoblado interés, pero no entrar en ese juego del entorno académico, de retroalimentación, unos citándose a otros, sí es sobre una base tan débil, casi inexistente.
Si eso se produce, lo que podía ser virtuoso se convierte en vicioso. Espero que se corrija el error en adelante, puesto que si por ahí se condujera en esta nueva fase la Filmoteca, pronostico que podría caer en uno de esos círculos cerrados, sólo para iniciados, bajando como resultado radicalmente su nivel de asistencia.

A los toros. Éste tiene la ventaja de hacer pasear a su protagonista por el Madrid de la época y, por tanto, dejárnoslo ver.

El telegrama

El primer día.

No es “España” (1964), pero como me ha aparecido al entrar en Google su título y recuerda mucho su escena inicial, lo cuelgo aquí.
 

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