viernes, 25 de febrero de 2022

El monstruo Pialat


La gente, y eso es un mal poema, se suele hacer vieja. Deja entonces en general de mantener muchas relaciones, aumenta su comportamiento huraño y acaba muriéndose. Es un proceso natural (salvo que, como parece recalcar la aberrante situación internacional, haya quien se empeñe en avanzar acontecimientos), que cuesta aceptar, pero por ahí suele ir la cosa.
Llegan entonces los panegíricos al fallecido, recordando únicamente su faceta angelical, prodigiosa. Pero la realidad es que la naturaleza humana tiene partes angelicales y demoníacas y, sobre todo, mucha substancia intermedia. Maurice Pialat, un cineasta del que siento cada vez más una especie de filiación, dando sentido a la palabra esa ideada por Serge Daney de ciné-fils, diría que no tenía nada de esa masa del medio y que su carácter se situaba siempre en los extremos. Tenía, parece, un comportamiento casi odioso con los actores y técnicos con los que rodaba sus extraordinarias películas (que siempre le sabían a fracasos porque no alcanzaban lo que habría querido), mientras que paulatinamente, viéndolas reiteradamente, algún cine-hijo como yo va notando que debía estar tocado por una mano con algo de divina. Por esa misma manera con la que conseguía hacer notar film a film, sin efectismos, sin sentimentalismo ñoño, por donde iba lo humano.
Aunque supongo que de haberlo abordado para lo que fuera me habría rápidamente apartado, soltándome una serie de frescas desgarradoras, de tanto en tanto constato lo apegado que me voy sintiendo de sus cosas. Hasta viendo un programa televisivo sobre él.
La Charca Literaria tiene hoy la amabilidad de acoger el mínimo escrito que hice tras verle a él y a sus próximos por la tele, aunque me dio para hacer un boleto de esos de “Casi lloré tras ver esa escena en el cine”. Aquí el enlace para acceder:

https://lacharcaliteraria.com/llorar-a-maurice-pialat-llorar-al-monstruo/?fbclid=IwAR1mz_CGAvyL1GWsxU27HNaYKPkQqWT25bHkO9G3Ied1B7pX5VvPcQQVYaA


 

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