martes, 29 de octubre de 2019

Miles Davis: Birth of the Cool

He echado unas cuentas y como resultado veo que hace casi cincuenta años que un amigo me presentó a Miles Davis a través de su “In a Silent Way”. Los dos primeros LP suyos que tuve fueron ese mismo y “Sketches of Spain” y a partir de ahí, además de hacerme paulatinamente con casi toda su discografía, fui familiarizándome con cantidad de músicos de jazz y otros tipos de música de su estela.

Hace unos días, viendo que en el “In-Edit” pasaban “Miles Davis: Birth of the Cool” (Stanley Nelson, 2019) le propuse a ese mismo amigo acudir a verla y ahí estábamos hoy formando parte de la gente que casi llenaba la platea y anfiteatro de la sala grande, la antigua, del Aribau.

Al principio sólo lamentaba que los años, que iban saltando de cinco en cinco siguiendo cronológicamente la estela del músico, fueran pasando tan rápido, con lo que en un periquete ya estaríamos en la calle, apenas si resucitada un poco la pasión con la que nos arrastraba. Llegado 1965 eso, por suerte, se ha corregido un poco.

Su encuentro e idilio en Paris con Juliette Greco, su grabación a finales de los 50 en su estimado París de la banda sonora de “Ascensor para el cadalso”, sus diferentes roturas musicales, cambiando de estilo cada dos por tres, abriendo nuevos caminos. Todo eso aparece, con gran documentación gráfica, en la película, que entrevista también a mucha gente, aunque en general para que viertan esos slogans que tanto agradan en productos de este tipo. Pero algo nuevo para mi sí ha surgido: es el caso, por ejemplo, entre los entrevistados, de la aparición de su mujer Frances Taylor, la beldad negra de la portada de “Some day my prince will come”, que ha propiciado las más largas carcajadas de la velada, al comprobar que era una mujer que no tenía abuela.

La película es de un convencional que casi produce náuseas. ¡Pero es sobre Miles Davis! Eso reproduce las ganas de oír de nuevo su música y lo salva todo.

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