domingo, 21 de julio de 2024

Enviado especial

El bombín indica que estamos en Londres… A la izquierda, un siempre elegante George Sanders.

Anoche era el turno en la Filmoteca de la de los molinos de viento. Hitchcock hacía siempre buen uso de las tarjetas postales turísticas. En Suiza hacía aparecer lagos, montañas… y chocolate. En Nueva York, la estatua de la libertad. En la Holanda de “Enviado especial” (“Foreing correspondent”, 1940) -él mismo lo dice en el libro de conversaciones con Truffaut- tenia obligadamente que sacar molinos y paraguas.
Uno de los primeros, caracterizado porque sus aspas giran en dirección contraria al viento, es el escenario quizás más recordado (a mí me pasa) del film. Pero previamente hay la escena quizás más vistosa, con el asesinato perpetrado por un disparo en una escalinata repleta de gente, en la ciudad asediada por la lluvia, que obliga al uso de paraguas, entre los que huye el asesino.
Anoche caí en una cosa curiosa. Hitchcock tenía una cultura visual muy amplia. Un personaje del film habla, sobre Holanda, de Rembrandt. Pero apostaría que hay otra referencia visual importante en la película, en este caso apuntando al mismo cine.
El cineasta holandés Joris Ivens había efectuado en su país uno de sus cortometrajes iniciales, “Regen” (“Lluvia”, 1929). Estoy convencido que Hitchcock tenía en su cabeza como referencia la escena de los paraguas de ese corto. No he conseguido las capturas de imagen más similares, pero…
Más referencias cruzadas: Sin la fuerza -estética y de significación- que tenía en “The crowd” su inicio con la cámara subiendo por la fachada de un rascacielos y entrando por una ventana de un piso hasta escoger a un hombre entre un montón, ésta también se inicia con la cámara mostrando la fachada de un rascacielos (del periódico NY Globe), escogiendo una ventana y entrando por ella para ver qué se desarrolla dentro.
Me ha parecido muy bonita la escena de despedida, en el puerto, de la madre del periodista a su hijo, que parte para Europa. Tienen una alegre conversación, llena de bromas, pero de repente suena la sirena del barco, ella se da cuenta que en ese barco se irá su hijo y le embarga la emoción. Pues bien: esa escena da pie a luego ver el barco -tiene escrito Queen Mary- en que va a zarpar, y es un señor barco que, aún amarrado al muelle, ocupa buena parte de la pantalla. Imposible no pensar en el de la posterior “Marnie la ladrona”.
Y una tercera: nos hemos avanzado al tiempo y ya parecía haber anoche, anticipadamente, una escena de la también posterior “Náufragos”.
¿Qué más decir de “Enviado especial”? Que sigue otro argumento de esos enrevesados y peliculeros, lanzando a un periodista norteamericano en busca de noticias de peso sobre si estallará o no la guerra en Europa. Evidentemente, el periodista se mete en todos los fregados.
La superficie del asunto, con los nazis (se supone que son ellos) queriendo sonsacar de un veterano político la cláusula 20 de un tratado que puede influir drásticamente en la guerra, es de lo más fútil para arrastrar todo lo que arrastra: es hablando de esta película con Truffaut cuando Hitchcock explica lo que es el McGuffin.
Durante toda la primera parte me descubrí con una permanente sonrisa en la cara, pero la segunda, centrada casi exclusivamente en la acción, me cansó un poco. Con las películas de James Bond y no digamos sus imitaciones me suele pasar lo mismo. Para evitarlo, en esas películas acuden a reclamos eróticos y a gags humorísticos. Pero la segunda parte de “Enviado especial” encadena acción tras acción, sin chispa de ninguna de esas dos cosas.
Un último apunte: acaba con una escena de evidente comunicación política, muy asociada a la época, nada usual en Hitchcock, que rápidamente he anotado para uno de los próximos Ombres Mestres, en los que, entre otras cosas, rastrearemos ese tipo de acercamientos.

No es la escena más llamativa de paraguas de “Regen”, de Joris Ivens. La he escogido por parecerse más a la que he encontrado de “Enviado especial”

Que sería ésta.

Estamos en Holanda. No aparecen quesos, pero sí molinos.

El combativo speach final por la radio.
 

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