lunes, 15 de julio de 2024

A arte de morrer longe


Una pareja en proceso de separación. Están en la difícil fase del reparto de bienes -¿quién se lleva qué? Ella se desespera ante la apatía de él -quien, decididamente, no está para la labor-, cuándo llegan a un escollo grande: ¿qué hacer con la tortuga, testigo mudo de todo?
“A arte de morrer longe” (Júlio Alves, 2020; en Filmin), está formado por escenas yuxtapuestas, una tras otra, que van dando cuenta del panorama y de una situación estancada. Encuadres estudiados, pocos diálogos y momentos de irrupción de ideas felices, como, por ejemplo, esos golpes en el cristal de ella que acaban bruscamente con el ambiente idílico que había envuelto a él y a su habitación.
La confirmación, una vez más, de que el cine portugués juega en otra liga. Sobre todo con gente como Alves, que veo ahora es autor de una exploración del cine de Pedro Costa.
Cuesta un buen rato darse cuenta de que se trata de una comedia, pues es una comedia en la que la observación, y la puesta en escena para facilitar ésta, es la protagonista. Quizás sea porque es con la comedia con la que pueden tratarse los temas más serios.

 

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