Tengo un cariño especial, por razones autobiográficas (fue para verla en VOSE que me salté las clases y acudí al Alexis, siendo la primera vez que iba a un cine a ver una película yo sólo), a “La soledad del corredor de fondo” (Tony Richardson, 1962). Y ahora que la he vuelto a ver para preparar un trabajillo, compruebo que no estoy huérfano de razones adicionales, cinematográficas, para tenerla en gran estima. Pero ahora aquí me centraré en una escena concreta de la película, pues me ha llamado mucho la atención su puesta en escena.
Era una escena relativamente habitual en las primeras películas del Free Cinema, pues recuerdo haber escrito hasta un artículo en una revista de cine de los años 70, al que poéticamente llamé “Manchas grises sobre la pantalla”, en que hablaba de esta constante, mostrando gente joven proletaria que subía a la colina que sobrevolaba su ciudad, compuesta de calles grisáceas con casas idénticas unas a otras y desde allí, mientras veían su vivienda y las humeantes fábricas que la rodeaban, hablaban algo desesperanzados sobre su futuro.
Creo que entonces pensaba fundamentalmente en “We are the Lambeth Boys” (Karel Reitz, 1959), pero en esta de Tony Richarson también hay una escena muy similar, que repite el mantra.
Lo más interesante es que las chicas se enfadan con ellos por una futilidad y se despiden. Justo entonces apreciamos que están rodeados de una alambrada de espinos. Representación clara de lo espinosa que tienen la escapatoria de su gris destino.
Unas cuantas capturas que describen la escena:
No hay comentarios:
Publicar un comentario