jueves, 12 de junio de 2025

Biblioteca de piedra seca

Foto robada desde dentro de la Filmoteca, Vicenç Altaió luciendo una de esas especie de fez que a veces suele. Como me dijo una amiga que había estudiado con él, ese proceder de lucir ropas elegantes exóticas es bastante posterior, como puede verse en la fotografía de su época universitaria, en la que luce un pelo largo y barbas de la época e iba, remató ella a mi pregunta, con chaquetas de pana y cosas así.




Mira que salen imágenes de la biblioteca y sus libros en la película, pero no ha habido forma de que obtenga ninguna más que ésta.

La estantería pintada por Amat sobre el cuerpo de Altaió.

Una de las performances.

Preestreno ayer en la Filmoteca de “Biblioteca de piedra seca” (Joan Vall Karsunke, 2025), que se estrenará antes del verano en cines. Según deduje, esa fue también la ocasión en que su protagonista, Vicenç Altaió, la vio completa por vez primera, porque en el coloquio el director le preguntó delante de todo el auditorio, algo temeroso, que qué le había parecido.
En la presentación previa a la proyección también oímos que en un primer planteamiento Vall le propuso a Altaió hacer una serie de recorridos panorámicos por las estanterías de los estantes de libros de su casa. Por la subida de apuesta a la que le retó Altaió, por la búsqueda de “lo raro, lo misterioso” que reconoció Vall Karsunke, por lo que fuera, lo cierto es que la película es mucho más que eso…
Otra aclaración adicional surgida en la presentación inicial estaría ligada al título del film. En su metraje se establece el paralelismo entre una biblioteca y un muro de piedra seca, entre esos estantes rebosantes de libros (que he apreciado siguen un orden de lo más escrupuloso, impecable) y todo un muro corrido, sin argamasa alguna, de en este caso losas planas de las de Cadaqués, en las que éstas hacen tanto de estantes como de los propios libros. En una de las “performances” que la cámara recoge elaboradas por diferentes artistas, además, Frederic Amat pinta sobre el cuerpo de Vicenç Altaió lo que puede interpretarse como una serie de libros colocados en una serie de estantes…
Pues bien, en la presentación Altaió ha reflexionado y trasmitido que la distancia entre el libro y la piedra seca es inferior a la distancia con todos esos nuevos medios que van evolucionando y cambiando rápidamente.
Predomina el silencio (un falso silencio, porque contiene tanto ruidos ambientales como lecturas, recitados y reflexiones) en la película. Pero tiene la música una presencia arrolladora en unos cuatro o cinco momentos. El primero surge mientras atendemos a la entrada nocturna y hemos de creer que clandestina, armado de linterna, de alguien en la casa de Vicenç Altaió. Este alguien se topa -luego veremos que no podía ser de otra manera- con libros, objetos, y todo lo que puebla las múltiples estanterías de la casa.
De esa presentación pasamos a un inicio más habitual, como es ver el despertar de nuestro poeta, que se cubre con una de sus llamativas túnicas, se dirige a ver qué encuentra en la nevera… y hasta ahí vemos que hay libros.
Es entonces cuando irrumpe otra de las más dinámicas músicas, en este caso a cargo del piano de Carles Santos (cuya música volverá a surgir al final, después de la de Pascal Comelade), y diría que es ella la que abre el plano para que apreciemos el encuadre más amplio que llegaremos a distinguir nunca sobre la biblioteca.
A esa visión le sigue la de otras habitaciones, todas forradas de libros, y hasta se ve una cama entre tres paredes cubiertas de arriba abajo por ellos, una imagen que me ha llevado a recordar la habitación que cedía Ricard Salvat en su antiguo piso de la calle Numancia a conocidos que llegaban a Barcelona.
Luego ya iremos (irá el Altaió personaje) visitando estanterías parciales, dentro de toda una biblioteca que dice seguir dos grandes vertientes, la de la poesía y la del trabajo de ideas. Y todo eso alternando con las diferentes performances mencionadas. No he reconocido a todos los artistas invitados, pero ahí están Perejaume, Albert Serra en la taza del water, etc.
Un bloque por el principio, en esta película álbum, parece apuntar hacia una voluntad de incluir unas posibles memorias. El mismo Altaió dice ser hijo de la santa del movimiento perpetuo (Santa Perpetua de la Moguda) o explica sus visitas iniciales a los puestos de libros del Mercat de Sant Antoni, asignando un calificativo del ambiente muy bien encontrado: “todo era -comenta- de lo más rancio”. Poco después va escogiendo al azar, de unas cajas de archivo, unos cuadernos que podrían ser a modo de dietarios o agendas, de los que lee y deja ver alguna cosa.
Las performances no las efectúan únicamente los invitados. Vemos como él, por ejemplo, se deja pintar los labios y poner una corona: hacerse la princesa, mientras que la cámara, por su parte, de tanto en tanto va completando el retrato (pues, como bien ha comentado un espectador en el coloquio, sería mas justo que más que de la biblioteca de piedra seca se hablara en el título de su bibliotecario) con planos como el que nos muestra el rincón de las coloridas corbatas de su vestuario.
Me ha gustado la película (que sale luego al exterior, con escenas entre el bosque, en la costa o hasta bajo el agua de una cala de Cadaqués, para cerca del final caer en un cementerio) como retrato del personaje, porque tiene todos los elementos Altaió, empezando por el misterio, la poesía y el juego.
Y ahí es donde quería llegar: ¿entendió del todo el respetable la carga de juego, de humor, que deja ver en todo su metraje la película? Porque durante toda su proyección me sorprendió el silencio sepulcral que presidía la sala, posiblemente producto de un respeto reverencial hacia el poeta, quizás sólo roto de tanto en tanto por una risa que un servidor no podía contener.
Y luego quizás noté mucha, demasiada adulación en el coloquio. Y habría preferido que se entendiera que se puede estar muy de acuerdo con el resultado y con el artista, pero utilizando -por qué no- la ironía.
El mismo Vall Karsunke parecía estar asistiendo (es verdad que no deja de ser razonable) a un examen del que quería salir con buena nota publicada y exhibida ahí mismo. Por eso lo vi pasar un mal rato -a él y sus colaboradores- cuando Altaió explicó sus dos experiencias cinematográficas desde dentro:
Albert Serra -precisó- trabaja con tres cámaras, y procede luego para llegar a la película definitiva a todo un trabajo filológico, editando a partir del material de esas tres cámaras. Aquí sólo había una cámara. ¡Nunca vi un rodaje tan pobre!- y tras esta expresión de Altaió habría que ver el gesto de asombro y temor de todos los demás de la mesa, que pensaban estaban siendo descubiertos y menospreciados. Vio la cosa Altaió y tuvo que salir rápido al quite, hablando de lo bueno que era el arte pobre y el elogio que suponía la frase que había dicho. Me temo que casi todo el mundo -autor del film y público- acude hoy en día a una proyección de este tipo preparado para recibir y mostrar muestras de adhesión incondicional al resultado, y quieren éstas de forma directa e inequívoca. Es una lástima, porque la película y la actuación de Altaió en ella es rica hasta de detalles perversos muy interesantes, y me dio la impresión de que el coloquio, en vez de engrandecer la impresión de la película, llenándola aún más de matices, no estuvo del todo a su altura.
Una última información recibida: Al final del coloquio Vicenç Altaió desveló lo que está buscando como destino futuro de su extensa biblioteca, que dijo había tenido la suerte de reunir no sólo por compras propias sino también por los muchos libros que le han regalado en su vida al dedicarse al mundo cultural. Precisó que había buscado, como Brossa y Palau Fabre, un sitio local/universal. Y que en su caso enfocaba la cosa hacia Cadaqués. Si somos nosotros los que sobrevivimos, habrá pues otro motivo para acudir a Cadaqués, porque como se va viendo con cierto detalle en la película, su biblioteca es en su conjunto y contiene muchos ejemplares de una gran belleza.



Fotografía que Vall reproduce con Altaió de modelo.


Ya en el coloquio final: fotógrafa, director, protagonista y montadora.
 

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